martes, 13 de noviembre de 2012

-Seamos realistas- 



Todos, todos, todos, son tan similares que deberían ponerles el mismo nombre.
Pero no, se empeñan en llamarles Juan, Pedro, Jaime, Carlos, Luís, Andrés… En el fondo es lo mismo.
Cuando les llega el arrebato amoroso, saco el cronómetro y tienen un tiempo estándar.
Después dirán frases hechas, o te proporcionarán cuartadas para que las digas tú.
Tic   Tac   Toc.  Los proverbiales encuentros. Hay que tener 5 para entender los 25 siguientes. A veces, no son necesarios tantos. Dependerá de la capacidad deductora y de síntesis de la fémina en cuestión.
Idénticos, desalentadores, cortados con patrones fijos con ligeras variaciones. En algunas ocasiones se esmeran hasta una perfección escénica muy lograda. ¡Ah! pero sólo hay que esperar, porque el disfraz les pica, siempre les pica y terminan enseñando la arruga que baila asustada debajo de la piel, temiéndose ser descubierta. Admitámoslo, con lo sencillo que sería decirnos: ‘Esto es lo que hay, soy un gilinardo egoísta que te va a dar un breve espacio de tiempo mientras me bailes el agua,  me digas lo maravilloso que soy, y seas divertida por supuesto. Nada de lágrimas ni extras, o forzarás mi carrera, y por descontado nada de presionarme a hacer cosas que no desee hacer o vamos mal. Todo facilito’. Asumido el breve catón de sencillas razones para tener la fiesta en paz con el Bobo feroz, puedes ser razonablemente feliz unas cuantas veces a lo largo de tu vida,  siempre que no olvides quién eres,  ni te dejes refrenar por el susodicho,  pensando que lo haces por el ‘bien de la pareja’ -lamentable y equivocadamente-.



Nená de la Torriente