lunes, 12 de noviembre de 2012


Esta precisa manera de llenar los días 
con  movimientos que el horario 
nos deja,  necesita un buen reproche y censura. 
Eso o colgarnos una cordón y una 
anilla en las espalda 
y asumir que nos gusta ser muñecos. 
Quizá sea esa revolución interior 
la primera,  la que gestará la siguiente 
con razones legítimas. 
Hasta los ojos se vuelven opacos 
de olvidar como se mira, 
y perdemos el sentido del olfato y el sentido 
del tacto. 
Tú misma toma la mano de tu compañero 
y rózala despacio,  ¿qué has sentido? 
Nada ¿verdad? 
y tú  ¿has probado a oler el pelo 
de tu amiga? 
Los días van acabando con el instinto, 
la sabia inclinación de la naturaleza, 
algo tan natural como la lluvia o el viento. 
Vamos perdiéndonos por un camino 
poblado de siluetas.

Quítate la anilla.




Nená de la Torriente