Se
desmorecen las flores
cuando
ella pasa silbando,
que
saben que va al lago
a
hundirse con las algas dulces
y
los peces ciegos.
No
han visto nada más bello,
nada
que se sienta más ajeno
a
esta vida,
y
que esté resuelto a irse.
Los
tallos de las hierbas tiran
de
sus talones para retenerla,
las
raíces se interponen, las ramas,
con
ayuda del viento, golpean su pecho,
la
demandan para que no se mueva.
Lo
que ella ignora
es
que pertenece a todo lo
que
supone que es ajena,
que
es parte de todo ese mundo
complicado
y hermoso.
Nená de la Torriente