No cabe redención en el reposo,
todo es umbría
encima de esta cencellada;
hasta el olor a frío nos aborda
dulcemente frágil.
Deja que te escoja,
por una vez alza la mano
y mírame,
que el sabor a tierra se oculta
en la memoria del último brote,
y hasta el mar se aleja de sus botes
en retroceso homicida.
La eternidad existe ahora,
en este grano de tiempo perdido
donde el musgo no nos camina,
aquí, en esta extraña presencia
de lo desierto,
que conspira
para albergarnos libres.
para albergarnos libres.
Nená de la Torriente