martes, 30 de junio de 2015


Y la hierba dejó de respirar, 
mi cuerpo comenzó a tremolar 
como las banderas, 
así debía de ser el amor y 
sentirse en la boca 
de un ser que te amase: 
Aire fluyendo en cientos de fisuras. 
Puntos de luz en un firmamento 
hecho de viento, 
y el beso viajando en él. 
El mundo no estaba ahí afuera, 
el mundo era yo. 



Nená de la Torriente

viernes, 26 de junio de 2015


ADMONICIÓN 
Y aún tendremos que oír muchas cosas, 
solemnes epitafios sobre la palabra 
que sigue luchando 
por sobrevivir entre los muertos. 
Y nos dirán cómo amordazar 
lo que no tiene boca, 
y cómo 
calzar unos pies inexistentes. 
Nos enseñarán a enjuiciar 
nuestras emociones 
intitulando textos-manicomio, 
y a aquietar el arrojo 
como una doma necesaria. 
Pero seguiremos alzando las manitas 
para alcanzar todo lo que nos resulte adorable, 
como lo hacen los niños, 
como lo haría aquel que aún espera cazar 
maravillas
para llenar su lata de secretos. 
Porque algunos no podemos crecer, 
no pensamos crecer, 
no queremos crecer, 
si crecer implica volvernos 
unos desapasionados imbéciles. 



Nená de la Torriente

jueves, 25 de junio de 2015


ACABÓ
Así se lidia con el calor 
-me dijiste

Yo sólo pretendía ocultar 
el sonido de las chicharras 
con la música del arroyo, 
mirarme en el reflejo del agua, 
ser ingravidez y lejanía. 

Tú querías que te navegara, 
que hundiera mi cuerpo en el tuyo 
hasta llenarte de peces.
Yo, 
el suspiro de un beso 
cabalgando sobre otro 
en una mañana dormida. 

Pero enojado cruzaste los brazos, 
la mañana se convirtió en la noche 
y todo dejó de oler como antes. 

Un perro ladraba sin pulmones 
al otro lado de la calle,
y tú te alejaste de mi lecho
en el vientre frío de una sirena. 



Nená de la Torriente

lunes, 22 de junio de 2015

SANACIÓN
Debo levantar la cabeza 
y seguir adelante. 
Debes levantar la cabeza 
y seguir adelante. 

Repararnos como máquinas 
imperfectas 
de dentro hacia afuera, 
atendiendo al lenguaje de la luz 
que nos alquila por esta temporada 
mágica, 

aunque no lo entendamos, 
aunque aún no lo entienda. 

Repararnos porque las penas, 
el dolor del proceso de vivir 
en este lugar y no en otro, 
sujetos a estos cuerpos 
anclados a un suelo, 
siendo árboles que una vez 
fueron pájaros, 
nos empuja 
a una gravedad 
a menudo pavorosa. 


Nená de la Torriente

domingo, 21 de junio de 2015

A Carlos

Bailo encima de la copa, 
debajo de la higuera, 
arriba en el lazo azul que sostiene 
el embarazo del cielo  
y debajo, 
donde descansan los siglos 
de tanta maldad 
y de tantos errores. 
Vivo en un cubil de estrellas 
aunque nadie pueda verlo, 
me peino con las manos de todos, 
beso la boca de uno solo, 
pero no lo sabe, 
y visito la ciudad que me visita 
alguna tarde 
en vísperas de invierno 
siendo casi verano 
en cuartos de playa y palmera. 
Hoy escucho campanas de insumisión 
cuando todos callan y 
se acomodan en sillas de foam 
y canto laureadas a un amor decrépito 
que me saluda rozando su sombrero 
con un aire entre seductor y tímido, 
ebrio o de zumo de naranja y croissant. 
Soy una niña cósmica, 
él me lo ha dicho y yo le creo. 
Quiéreme tú que tanto me desconoces. 
Yo os amo infinitamente a todos … 


Nená de la Torriente

viernes, 19 de junio de 2015

MENTIRAS
Cuando le mientes al verso 
se levanta la letra y te grita, 
se revuelve contra ti como una mala 
gata a la que encerraste en el desván 
un día de primavera. 
El cielo camina bajo tus pies 
con zapatos blancos, 
y los azules sisean en tus rodillas 
haciendo que se sientan vacilantes. 
Cuando te mientes y escribes lo que no es, 
no puedes engañarte aunque te gustaría  
y te conviertes en un trozo de raíz descubierta 
muriendo al sol y enseñando su desnudez 
pavorosa, 
de aquello que soñó crecer a pesar del viento, 
y de la lluvia 
y de cualquier tormenta. 
Cuando mientes al verso, 
el verso te devuelve una sonrisa 
más dolorosa que mansa  
y más cruel que cualquier deserción
que hayas conocido.



Nená de la Torriente 

La madrugada trajo las palabras 
que renunciaron de día a ser escritas, 
las voces que quise pronunciar en tu oído 
tan bajito, como los sonidos 
que desde los pisos 
nos advertían de la presencia de otros.  
La mañana oscura se disparó 
como un cañón defectuoso, 
pariendo una bala sin pólvora 
llena de estremecimiento, 
un tú-yo y que nos olvide el mundo,  
el que siempre estuve esperando
estrechando un espacio de inocencia bárbara 
y de ilusiones a medio aderezo. 
Por fin te había encontrado, 
por fin lo he hecho. 

Y ahora ¿qué hago contigo? 
Sé tú mi timonel y mi adelantado, 
mi sembrador, 
 mi cosechero, 
el beso que sorprenderá a mi beso, 
y la pasión que nos enseñará 
a estrenar 
el resto de los despertares
que nos queden. 


Nená de la Torriente

lunes, 15 de junio de 2015


Te prometo un  temporal 
y tú en cambio te quedas dormido 
escondido tras las acacias, 

y esperas que no te lo tenga en cuenta. 

Te ofrezco la ternura del roce 
más allá de la propia levedad, 
balbuceas sin comprender 
pensando qué debes pensar 
o qué deberías responder, 

y esperas que no te lo tenga en cuenta. 

Te entrego mi voluntad, 
mi horario, mi vigilia, mi duermevela, 
agachas la cabeza y hesitas, 
no sabes a cambio qué tendrás que hacer 
si será un paraíso perfecto, 

y esperas que no te lo tenga en cuenta. 

Me confieso destronando al complejo 
que borbotea dentro de mi cabeza, 
divido mi confuso, 
le aniquilo, 
levanto jardines en el lodazal, 
construyo puentes, 
arruino deserciones, 
me pinto fea para mirarte, 
oculto mi belleza 
para que no me tengas tan distante 
y tú tan receloso, 
tan estúpidamente premioso, 

y aún esperas que no te lo tenga en cuenta. 



Nená de la Torriente 

sábado, 13 de junio de 2015


Llegué sin darme cuenta 
cuando las campanas dejaron de sonar 
y crucé el umbral de la vida 
con un sencillo gesto. 

En la búsqueda de lo familiar 
el desconcierto, 
la confusión por el desabrigo 
inexistente, 

el miedo al precipicio, 
a la carrera, 
al exceso, 

me equivocaba. 

Fui en todo y todo fue en mí, 
y nadie, 
y nada, 
desde el primer momento, 

porque hasta cuando enmudecían 
las campanas 
engullía sus ecos, 

para vomitarlos en la débil memoria 
de la distracción. 



Nená de la Torriente

viernes, 12 de junio de 2015


                      Paloma 
Como un mosaico colocas la palabra. 
Rompes su armazón poderoso 
y construyes un baile cada día 
al que le faltan taconcitos sucios 
y le sobra música. 

Te miro con estos ojos de golondrina 
y arqueo las cejas. 

Estiro las ganas de verte 
a través de las nubes 
para no perderme ni una sola 
de tus pausas 
entre letra y pecho, 
tejado, 
musgo seco, 
ayeres 
que nunca expiran. 

Gota a gota 
de lluvia 
empapa tu verso 
sin darse la mano nunca, 
y no deja 

de sorprenderme eso. 

Tan distinta es la promesa 
de tu canto sin peligro 
que recojo tu compostura 
de ese gesto roncero, 
y lo pongo
distraídamente 

en tu melena rubia.  



Nená de la Torriente

miércoles, 10 de junio de 2015


En algún espacio sin nombre 
vivo contigo. 
Tú te empeñaste o yo me empeñaba, 
pero dimitías tan cobarde como siempre 
y será eso lo que te llevarás 
al otro lado de este lugar, 
en el que nunca has creído. 
Ya ves que dinamita de espantos ha de explotarnos, 
a ti de noche 
o en una respiración infrecuente, 
a mí en un poema incoherente 
reescrito en versos 
 sin ninguna música. 
Al otro lado de la linde 
el niño recogió a cuatro tristes, 
cuatro 
y no a uno 
queriendo hacer un jardín secreto, y
un amor me cambió por olvido 
en sólo dos semanas,  
eso no te lo he contado. 
Los días ya no se anudan a los dedos 
van rodando 
como anillos de polvo, 
sin buscar dónde 
ni cómo amontonarse; 
pero yo sigo recortando margaritas 
y acaricio las nubes con las manos 
en días de tormenta, 
me toco el pelo 
para sentir 
que está despeinado 
y humedezco los labios 
por si llegase el día de los besos,
ese en el que las lenguas y el corazón 
 no sabrán separarse. 



Nená de la Torriente

martes, 2 de junio de 2015


Y en ese tacto diminuto 
y en ese breve cerrar de ojos 
estaba la vida, 
la opulencia de tomarlo todo 
desde lo más insignificante. 
Ya no éramos dos 
a contar estremecimientos, 
ni tres para abordar un conflicto, 
ni un centenar a congregar 
en una sentada. 
Vivir así nos respondía 
con menor impaciencia 
si nuestra urgencia se cubría de vértigo, 
y sediciosa 
si se nos arrimaba el deseo inconsciente 
por el orden. 
La vida, 
con su juego apasionado y loco, 
la vida, 
con la gravedad 
de su permanente migración. 

Y quererse tanto… 



Nená de la Torriente