viernes, 31 de enero de 2014

-Don, Doña, ¿Para cuándo su próxima obra?-

-Ayer Manuel, Lucía...-

Qué predecibles sois 
cabezas marcadas. 
No deseo ser como vosotras, 
nunca seréis un ejemplo. 
Escondidas tras las tapias como si fuerais 
un lujo,  y el rufián que quiere hacerse 
de fama, 
cita solo a los afamados, 
no vayan a confundirle con los humildes. 
No hay listas bajas 
aunque se pinte en la pared. 
Qué predecibles sois, 
soberbios y subidos al tranco más alto, 
en la boca un laurel, 
ni siquiera entre los labios, 
se vería demasiado pueril entre esa recua 
de carnívoros. 
Y así callados aún el aliento no traspasa 
el impudor de vuestras exigencias,  
pero en cuanto movéis la nariz 
siento vergüenza,  e intento cubriros 
como si fuera una niña 
con mis manitas que no os alcanzan. 
Y es que os creéis que lo que obtenéis 
vale más 
que el propio valor de la gente. 
Esa otra naturaleza noble,  delicada, 
inteligente, 
que jamás cometería vuestros errores. 



(Para algunos las tapas de sus libros
deberían encargarse más blandas,
y el tiempo del aplauso, comedirse)




Nená de la Torriente

jueves, 30 de enero de 2014

Deberían pintarte 
a ti que eres ausencia. 
Beberte cuando la sequía 
es tan aciaga, llevarte 
en algún ojal del modo que inventen. 
No abandonarte nunca, 
retenerte del modo que sea 
como esa memoria que aletea 
y no expira nunca 

Deberían cuidarte 
como a sus propios cuerpos. 
Defenderte, 
como defiende la bestia a su osamenta. 
Rozar lo que serías si estuvieras presente 
en cada una de sus colmenas. 

Pero en lugar de eso te ignoran,  te confunden, 
te maltratan,  te llaman hechizo, 
deseo,  sexo y nombran a todos tus hermanos, 
porque te vas perdiendo con el tiempo 
por caminos difíciles, 
en tiempos aún más enrevesados y 
el hombre te olvida, 
y ya no sale a buscarte. 





Nená de la Torriente

-Hipo-

Tanta tontería junta 
no acerca un poema. 
Prometo evitar aquello 
que te disguste,  que me disguste 
¿aunque no coincida? 

¿Te das cuenta? 
Usamos las mismas mesas, 
los mismos cubiertos, 
las mismas copas. 







Donde tú ves afines,  yo delfines, 
donde amables,  yo cofres con 
llaves perdidas. 
Quizá por eso me gustan tanto las sonrisas 
por su estado permanente de retrato. 
No indago, 
devuelvo el mismo lienzo de dulzuras. 
Cuando te detienes a escuchar mucho rato 
caes al abismo por una dolorosa sacudida. 

Demasiado tonto disertando a solas, 
y tú con tu copa, 
la misma copa que las demás copas, 
inmersa en esa vorágine de simplezas:

Tanto estulto dándole a la pirueta 
de algo que creyó ser una idea.

Recuerda entonces: 

Las puertas de salida 
suelen estar allá en el fondo, 
tanto en el centro 
como a la derecha o a la izquierda… 
-No tardes mucho,  no espero- 






Nená de la Torriente
Tuvo que ser 
ahí, 
debajo de la escalera. 
La tarta estaba más rica 
¡Ven a besarme pispajo, 
justo aquí,  entre el escalón 
y este montón de nata en la 
punta de mi nariz! 
Luego llegarán los tréboles, 
las musarañas de Babia, 
los dragones encantados 
con su baba de fuego, 
el roce de espuma de ola cálida, 
y me dirás: 
No tengas miedo 
Y te diré: 
No tengas miedo 
Y el hueco de la escalera 
será el de un campanario 
desde donde se verá el mar 
más allá del propio océano, 
tropezándose con cientos de costas. 
Pero tú yo jamás volveremos a estar solos. 






Nená de la Torriente

miércoles, 29 de enero de 2014

He visto una pequeña nube 
esta noche y he pensado 
en las cosas contenidas. 
Tan pequeña,  en su transparencia 
opaca frente a la negrura, 
como el humo de un cigarro quieto. 




¿A dónde irá esa humedad cuando se libere, 
cuando sus manitas chicas se suelten? 
¿Y si fuera un sentimiento aún no dicho? 
Una promesa de amor,  un juramento. 
El nombre de un amante 
que no se ha pronunciado, 
o el espíritu de un amigo que se ha perdido. 
Cierro los ojos y cuento: 
218,  217,  216… 
Al llegar a la centena y los abra ya no estará, 
se habrá movido,  eso pienso complacida. 
Pero sigue ahí la sombra quieta y su secreto denso 
como una mochila de viejos libros. 
Se la ve tan sola… 
Si al menos pudiese soltar una gota 
yo podría guardársela hasta la próxima noche. 
Conozco el peso de los secretos 
y la soledad de las lunas, 
pero no puedo invitarla a entrar, 
¡desaparecería! 
y yo volvería a toser. 






Nená de la Torriente

martes, 28 de enero de 2014

-Enferma-

Cuando el cuerpo enferma 
me habla distinto, 
su voz es más grave y más átona, 
me aburre. 
Se resuelve como una mujer saliendo de una casa 
de té,  completamente desnuda, 
con un precioso collar de piedras azabache. 
Los absurdos dejaron de divertirme hace muchas décadas. 
Cuando la fiebre sube,
siento un mínimo terremoto agitando mis balcones, 
las acequias,  los puentes levadizos,  hasta los pequeños 
abanicos que sirven de cabecero para mis ojos 
-un recuerdo que me traje de Chamberí- 
¡Qué de tierra soy! 
Como las raíces descubiertas 
de los árboles sin lluvia. 
Y es que la calorina seca las humedades, 
nos deja sin el canto del mirlo,  sin la poesía, 
un absoluto aburrimierdo*. 








Nená de la Torriente
* Que diría Cela:" Más que aburrido pero menos que desesperado"

lunes, 27 de enero de 2014

La luz estaba allí 
en el último rincón de la escalera, 
en el mechón largo de la niña 
de carita sucia. 





La luz estaba colándose 
por la cortina, 
burlando las partículas en suspensión, 
podía tocarla, 
y hasta decir que era mía 
pero seguía más allá del pasillo 
y se perdía. 
Estaba en la baranda de salida del mercado, 
entre las manzanas y las fresas, 
jugando en los pliegues rojos de la anciana, 
ahora en su mejilla,  ahora bajo el labio. 
Entre los hierros fríos de los bancos y 
los huecos de sus maderas. 
En la P de Pablo en un enorme corazón 
de tiza,  y
en un traste de una guitarra callejera. 
Intenté atrapar una de sus lanzas y salté 
por encima de una piedra, 
pero no podía dejar de reírme 
por la caprichosa fugacidad
de sus destellos, y caí. 





Nená de la Torriente 

-29.767-

Somos papel mojado 
cuando hablamos de esas cosas, 
¿acaso no ves cómo noto escurrirse 
la tinta? 
Esas treguas,  islas, islotes, 
pequeños globos de helio, 
aunque sean reales se deshabitan, 
es como silbar una canción: 
Música de C02 que no construye nada. 
¡Yo quiero oxígeno amor,  oxígeno! 
Abrir los ojos y llenarlos de lágrimas vivas. 
Ha llegado mi turno, 
marca el número 29.767, 
me toca ya pedir. 
Ahora quiero abrir este cactus que me viste 
de parte a parte, 
y que haya una mano rozando mi mano, 
durante el tiempo que esté 
en cuidados intensivos. 

-No se admite ninguna excusa- 






Nená de la Torriente

-Ni una palabra más-




Me daba la sombra
a pesar del sol radiante encima de mí, 
me daba la sombra 
¿Por qué iba a ayudar al león? 
¿Acaso lo necesitaba,  me necesitaba? 





La vanidad de un hombre es impredecible, 
nunca sabes por dónde va a clavarte la aguja. 
¡A la cara no! ¡Delante del público! 
-Mucho más elegante- 
Donde la deyección es la obra de arte 
¡no pongas un clavel mujer,  que tú no entiendes! 
Me daba la sombra, 
y es que en el fondo siempre he estado en 
la penumbra, 
por eso soy tan pálidamente ingenua, 
porque busco el sol en la umbría 
y al humano perdido entre los leones. 






Nená de la Torriente

domingo, 26 de enero de 2014

-Hipo de domingo
26 de enero-


No hay traductores simultáneos, 
los despidieron cuando empezamos 
a hablar. 
Es difícil entender al que está enfrente 
y fácil sacar conclusiones. 
Relatarnos la vida como narradores 
de una sombra desvanecida, 
salimos del cuerpo y entramos 
tantas veces que perdemos el norte, 
el juicio, la humanidad. 
¿Qué sabemos realmente,  y 
qué no sabemos? 
Glosamos,  analizamos lo 
que era para la sola contemplación, 
para el mismo deleite del instante. 
Formulamos máximas para todas las cosas, 
hasta ponemos más y menos al amor, 
poco y mucho,  y 
es que convertimos la mente en un cuchillo 
que corta las cosas en juliana, 
 con un tac, tac, tac, insoportable. 






Nená de la Torriente

sábado, 25 de enero de 2014

Es limadura e impaciencia 
y una segunda voz 
de la misma garganta 
balbuceada, 
‘quieta no tengas prisa,
lo que ves no es una puerta,
deja de pensar en ti’.
Yo deseaba un ‘en ti creo’.
Él esperaba un ‘dame tu hombro’.
Aquella, ‘un abrazo, por favor, sólo eso’.
Somos tan mezquinos
que no miramos más allá de nuestro dedo
anula-dor,
y así vamos creando sombras de seres vivos
inteligentes,
mucho más que nosotros mismos,
bellos,
mucho más que nosotros mismos,
increíbles,
mucho más que la vía láctea en su despertar
divino,
y amorosos,
mucho más que cien campamentos saharauis.






Nená de la Torriente

viernes, 24 de enero de 2014

¿Por qué creer en el destino? 
¿Por qué pensar que estamos 
determi/dominados hasta 
el último día de nuestras vidas? 

Creo en la inocencia, 
en la capacidad de resquebra/reventar 
cualquier puerta. 
Creo en el yo me detengo, 
en el yo sigo, 
en el me doy la vuelta. 
¿Qué demiurgo va a impedir eso? 

A ella 
se le llena la boca de berruecos: 
¡Os condenaréis! 
A él
la cabeza le da vueltas 
por una libertad absoluta, 
que es sólo un término. 

Que nos quede al menos eso, 
creed en nosotros mismos, 
en nuestra natural inocencia. 






Nená de la Torriente

jueves, 23 de enero de 2014



No andaré oculta 
detrás de la colina 
por si vieran mi tobillo. 
Soy agua y lo he comprendido. 







La fuerza de mis nudos 
puede atravesar la ligereza 
de tus huesos,  la de los suyos,
la de mil palabras rojas, 
verdes, 
amarillas, 
vestidas, 
desvestidas. 
Nunca. 
¡Mira mis azules decapados 
y éstos plata y aquellos verdes de oxígeno! 
Nunca volveré a ocultarme. 
Delante,  al lado, 
detrás o haciendo un tornado, 
¿escondida?

Nunca. 






Nená de la Torriente

miércoles, 22 de enero de 2014

Sí,  sigo aquí, 
mimando el musgo 
del tronco viejo, 
para anidarte ese espacio 
a mi lado, 
olorosamente tierno. 
No sé cuando llegarás 
y ya no existen las esferas 
ni cuento madrugadas 
como un Crusoe con ansias 
de partida. 
Me quedo. 
Este es mi lugar 
de entre todos los lugares. 
Te espero y concibo tu llegada 
como algo natural. 





Nená de la Torriente

martes, 21 de enero de 2014

Si no fueras de hielo 
tomaríamos helado en los parques. 
Si no fueras de cartón como las tapas 
de los libros podríamos reírnos 
como dos amigos sin miedo al fatídico 
beso. 




Si no fueras como un tubo de ensayo, 
como aquel profeta que conocí 
-tal día hizo,  varios/muchos años- 
la vida te parecería una peonza como a mí 
y tendrías la fuerza del sauce siempre tumbando 
sus hojas quietas. 
Pero hay tanta distancia entre tú y yo 
como entre la llama y la tormenta. 
Nuestras cóleras son de temperaturas distintas 
y nunca podrán convertirse en auténticas compañeras. 





Nená de la Torriente



-AL POETA-

Tú entiendes 
la palabra que sale 
del corazón cansado. 
Entiendes lo difícil que resulta 
mirar al horizonte con un muro 
de hormigón enfrente. 
Tú entiendes el valor del cariño 
que sana,  que abriga,  que nace 
como un sol sin estaciones, 
y sabes que vivir no es un juego 
de ajedrez o de tabas. 
Cuando te leo, 
veo lo sencillo y lo complejo, 
lo gastado y lo que aún late, 
la palabra susurrada y la que no se esconde, 
la naturaleza llena 
y el acto sereno de apagar la luz. 
Por eso mi amigo, 
este océano de falda larga 
para mi es sólo un pequeño río, 
porque el mundo no separa las voces 
sólo las atenúa de manera caprichosa. 






Nená de la Torriente