miércoles, 29 de enero de 2014

He visto una pequeña nube 
esta noche y he pensado 
en las cosas contenidas. 
Tan pequeña,  en su transparencia 
opaca frente a la negrura, 
como el humo de un cigarro quieto. 




¿A dónde irá esa humedad cuando se libere, 
cuando sus manitas chicas se suelten? 
¿Y si fuera un sentimiento aún no dicho? 
Una promesa de amor,  un juramento. 
El nombre de un amante 
que no se ha pronunciado, 
o el espíritu de un amigo que se ha perdido. 
Cierro los ojos y cuento: 
218,  217,  216… 
Al llegar a la centena y los abra ya no estará, 
se habrá movido,  eso pienso complacida. 
Pero sigue ahí la sombra quieta y su secreto denso 
como una mochila de viejos libros. 
Se la ve tan sola… 
Si al menos pudiese soltar una gota 
yo podría guardársela hasta la próxima noche. 
Conozco el peso de los secretos 
y la soledad de las lunas, 
pero no puedo invitarla a entrar, 
¡desaparecería! 
y yo volvería a toser. 






Nená de la Torriente