martes, 28 de enero de 2014

-Enferma-

Cuando el cuerpo enferma 
me habla distinto, 
su voz es más grave y más átona, 
me aburre. 
Se resuelve como una mujer saliendo de una casa 
de té,  completamente desnuda, 
con un precioso collar de piedras azabache. 
Los absurdos dejaron de divertirme hace muchas décadas. 
Cuando la fiebre sube,
siento un mínimo terremoto agitando mis balcones, 
las acequias,  los puentes levadizos,  hasta los pequeños 
abanicos que sirven de cabecero para mis ojos 
-un recuerdo que me traje de Chamberí- 
¡Qué de tierra soy! 
Como las raíces descubiertas 
de los árboles sin lluvia. 
Y es que la calorina seca las humedades, 
nos deja sin el canto del mirlo,  sin la poesía, 
un absoluto aburrimierdo*. 








Nená de la Torriente
* Que diría Cela:" Más que aburrido pero menos que desesperado"