sábado, 26 de diciembre de 2015

2015 se va, 2016 viene


Significa comenzar sin dar un traspié 
y qué más da si la belleza puede hallarse 
en lo errado. 

Inclinarse por la perfecta armonía al respirar. 
¿Qué es exactamente? 
Mi pulmón es asmático y se siente armónico. 

Y ¿qué sucede en la perfección, 
nos embriaga, 
nos asusta 
nos sobrecoge hasta creernos diferentes? 

¿Nos cambia? 
¿Cómo nos cambia? 
Al ordinario:   
Pensarse un Dios. 
Al sutil:    
Sentirse esclavo de lo hallado. 

¿Qué pico más alto? ¿El tuyo? 
¿El de éste? 
¿Hacia qué dirección perderse? 
Románticos siempre, 
tan poetas, tan liebres. 

El que busca perderse en serio 
olvida el valor de las indicaciones. 
El horario, 
la métrica, 
la opinión, 
la salud, 
el tiempo en todas sus estaciones. 
El amor, 
en su quimera, y en lo que tuvo de verdad 
¿Un espejismo? 
La amistad, 
ahora, 
punto y aparte. 

La muerte un cierre de función, 
sin drama, sin carcajada 
a espalda de ninguna trascendencia. 

Vivir única razón de Ser, y 
ser feliz en cada mueca que explosiona, 
en cada despertar y 
en cada anochecer.

Sonreír 
por el hecho de latir, 
por el goce de sentir el oxígeno 
en los pulmones, 
por sonar nota y humedecer los labios, 
y los ojos 
y cada uno de sus hijos de agua 
recorriendo un periplo único 
desde el útero ocular, 
cayendo ¿hasta dónde? 

La tormenta en el sexo 
que nos hace diferentes de otro sexo, 
tan suyo, tan nuestro,  
tan íntimamente complementario. 
Y el agua, 
siempre el agua, 
y solos.


Nená de la Torriente

domingo, 20 de diciembre de 2015

POCO MÁS...



Caminamos como peces 
buscando una orilla que no nos pertenece,  
ignorando que son aletas y no pies 
lo que nos impulsa 
que nuestro destino es el agua 
y no la arena, 
siempre tercos buscando la maravilla. 

Así de torpes en diciembre, 
cuando la sonrisa se descuelga 
tan sencilla como generosa, 
a cuévano de burra, comercio 
y cena de familia 
intentando entender el amor de abrazada 
con sabor a turrón y siesta, 
si es en esta España aturdida y necia.

Las “aches” se confunden con suspiros 
y la humanidad recuerda una niñez 
nada absurda que nunca debió perderse. 

Yo te cambio un caramelo 
y tú desconfías, 
me das la mano y yo 
tardo en recogerla. 
Para cuando nos damos cuenta 
ya hemos dormido los rencores 
de la sima más profunda de todas: 
El Olvido. 

Y así hasta enero, febrero, 
un poco de calor que anda suelto. 
Despertarse a la vigilia de lo que estamos 
necesitando: 
Que el corazón dicte cariños 
y que las herencias callen 
hasta la próxima primavera.


Nená de la Torriente

miércoles, 16 de diciembre de 2015


Dibújame una Navidad diferente 
con arroyos de agua clara, 
con lunas en concilio blanco 
aquietadas para un lienzo. 
Escucha a todos estos ojos, 
los que suben al vagón, 
los que se detienen, 
los que bromean, los que se pierden 
en la fragua de la noche. 
Enciéndeme, 
como flamea el fuego 
que quiero iluminar a los pinos 
sin que se destruya el verde, y 
piruetea conmigo cada piña que penda 
sin cita 
porque voy a besarte los labios 
antes de las doce, 
y cualquier mundo que conozcas 
cambiará. 
Dibújame una Navidad 
que no se desvanezca a primeros de enero y 
te daré todo lo que soy y 
 todo lo que me ha conocido. 



Nená de la Torriente

viernes, 11 de diciembre de 2015

Somos, soy, eres 
del compartimento tres. 


Vagón número diecisiete. 


Destino desconocido. 


Ocupamos el mismo espacio. 

Los sillones incómodos para unos, 
que acogen e invitan al descanso 
para otros, 

con gemelo tejido, 
gastado o nuevo, 
según con qué suerte haya caído 
el billete. 

Somos el mismo oxígeno reducido, 
de pared a pared, 
de techo a suelo. 
Un sueño por cada uno, 
un despertar a golpe de silbido 
para nosotros, 
para ustedes, sabe Dios. 

Y ellos se bajarán antes que aquellos, 
y estos irán después, 
y tú te quedarás pensando 
 ¬aun me queda un poco 
para acabar este libro¬, 
y otro 
dudará si debió coger este tren. 

Y estando tan juntos 
y compartiendo tantas cosas 

¡Qué poco nos hemos mirado, 
qué poco nos hemos querido, 
qué poco nos hemos tolerado, 
qué poco nos hemos consentido, 
qué poco nos hemos confiado, 
qué poco nos hemos abrazado 
con un desconocido! 
¡Cuánto malinterpretado, 
cuánto sospechado, 
cuánto temido! 
!Qué de pleitos hemos imaginado, 
qué de trampas, 
qué de ignominias, 
qué de montañas de polvo 
heredarán nuestros niños! 


Nená de la Torriente

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Lo único que necesitas 
no puede ser único, no insistas, 
que la pluralidad es más tuya 
que la de ese río donde te bañas. 

Y me señalas con el dedo, 
airado y cejijunto 
como si no entendiera 
que tus premuras 
        te corren prisa, 
ni que consisten 
para ti en sólo una. 

Ella. 

Sigues pensando 
que el mar es un vaso  
hacia la locura, 
que puedes beberte 
si te da la gana, 
que no hay medidas 
por encima 
de tus medidas, 
ni semáforos 
para tu carrera. 

Tampoco respuestas 
hostiles ni inoportunas 
que den al traste 
con lo que persigues. 

Ella.

Gañita lo que quieras 
en esta habitación 
sin orejas, 
nadie querrá venderte 
un poco de locura 
ahora que todos 
quieren estar locos, 
ni te creerán enamorado 
ni enfermo de frenesí amoroso. 

Porque Ella eres tú 
y ese brillo
que reconociste en tus ojos,
ese pasado que ya no vuelve,

aquel Yo 
que te gustaría recostar
en la tumbona,

y las horas, sus minutos,
los segundos mágicos
de silencio y de ternura,
que fueron más tuyos 

que de Ella.



          Nená de la Torriente

miércoles, 2 de diciembre de 2015




 Carta Intermedia

Me percaté del ~nos~ 
cuando el ~me~ estaba dolorosamente 
desnudo. 

Me percaté del terror de asomarme 
al pozo 
de las lapidaciones. 

Ya no importaba lo que tardasen 
en recorrer mi cuerpo, 
ni que no conociese los ojos 
que iban a descubrir mis lunares. 

Había cruzado la línea más fina 
de todas: La del Secreto. 

Podía guardar maletas llenas 
de verdades 
o no guardar más que mentiras, 
ser una muñeca de porcelana 
o un bisturí, 

un silencio, un grito, 
una luz que se apaga 
o una alborada cegadora. 

Tú no ibas a entenderlo, 
ni tú, ni tampoco tú, 
pero tal vez algún día 
alguien sí. 

¿Qué cabía en un poema? 
¿Qué reclamaba de mí? 
¿Qué clase de broma era 
la de creer que armábamos al poeta? 
¿Cuál la de pensar que formábamos 
parte de la poesía? 

Y no llegó el amor 
-porque los cuentos no acaban bien, 
nos engañan- 
Cada uno miraba hacia un punto distinto 
del paisaje, 
y los versos tropezaron 
y las palabras se enredaban. 
Llegaron vientos que arrancaron 
consonantes 
y volvieron a las vocales tímidas. 

Todo parecían restas: 

~Yo quito y tú te llevas, 
y esto no es arte, y quédate quieto, 
y no sigas~


Al final del camino dejamos de intentar 
conquistar la palabra, 
de alcanzar la colina 
con nombre de magia. 

Pero ya ves, 
seguimos en la ladera caminando
porque nunca supimos 
hacer otra cosa. 



Nená de la Torriente