no puede ser único, no insistas,
que la pluralidad es más tuya
que la de ese río donde te bañas.
Y me señalas con el dedo,
airado y cejijunto
como si no entendiera
que tus premuras
te
corren prisa,
ni que consisten
para ti en sólo una.
Ella.
Sigues pensando
que
el mar es un
vaso
hacia la locura,
que
puedes beberte
si te da la gana,
que no
hay medidas
por encima
de tus
medidas,
ni
semáforos
para tu carrera.
Tampoco
respuestas
hostiles ni
inoportunas
que den
al traste
con lo que persigues.
Ella.
Gañita lo que quieras
en esta habitación
sin orejas,
nadie querrá venderte
un poco de locura
ahora que todos
quieren estar locos,
ni te creerán enamorado
ni enfermo de frenesí amoroso.
Porque Ella eres tú
y ese brillo
y ese brillo
que reconociste en tus ojos,
ese pasado que ya no vuelve,
aquel Yo
que te gustaría recostar
que te gustaría recostar
en la tumbona,
y las horas, sus minutos,
los segundos mágicos
de silencio y de ternura,
que fueron más tuyos
que de Ella.
que de Ella.
Nená de la
Torriente
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