jueves, 31 de marzo de 2016


¿Dónde se ha quedado mi mente, 
en qué parcela viuda? 

Ya oigo a las locas 
como compañeras de viaje 
y atiendo sus cuidados como míos. 

Este mundo está roto 
y no queda otro que romper en pedazos, 
ni otra humanidad que deshumanizar 
ni un verso que remendar sin guerras. 

De nada sirve recomponer el tejado 
si estamos tuertos, mancos, impedidos. 

Los niños nos han visto defenestrarnos 
como trapos sucios sobre una acera de todos, 
esa que no va a limpiar nadie 
porque no queda nadie en la acera. 
¿Qué harán ellos cuando crezcan, 
plantar jacintos y hierbabuena? 
Eso no sucederá 
ni en los mejores sueños de Titú. 

Queríamos ser los dueños de la vida, 
siempre soberbios,
y todos la habitamos en flaquezas.

¿Vivimos o vivíamos? 
¿O tal vez mañana? 
Como si eso importase. 

Te habría escrito sobre el mar y la pesca, 
sobre la inocencia y la red, 
la caña, la caricia,  
pero escuchas la radio 
con sus bombas, la venganza,  
la falsa moral, 
y la única verdad: el papel moneda 
sin papel,
capaz de hacer que se mueva el mundo 
sin personas 
en la mente de unos fanáticos.




Nená de la Torriente 

lunes, 28 de marzo de 2016

Juntos y


Y devorarnos los dedos 
sin agotar el vaivén de este ala 
que se arquea sin suelo sobre nosotros, 
en una atmósfera extraña. 
Sin descanso. 
Sin descanso. 
Sin descanso, 
acercando nuestros puertos 
a la roca más salvaje de todas, 
porque tildar a la piel en deriva 
ya no nos seduce, 
y los cuerpos se buscan en el lar encendido 
cuando aún es llama, 
desde el conocimiento. 

Y devorarnos los ojos 
desde el mundo subtitulado y nómada 
de ahí afuera, 
hasta este pedazo de calinosa sábana. 
Sin descanso. 
Sin descanso. 
Sin descanso
porque todo nuestro mundo será y es ahora 
en este universo comburente y perfecto, 
desde aquí 
al eón venidero. 


Nená de la Torriente

lunes, 21 de marzo de 2016

O B L I C U O S 


Qué pequeña distorsión esta 
que eclosiona justo cuando 
todo languidece 

¿a acaso no escuchamos a los que saben 
hablar de cómo los helechos no tienen flores? 

Todo se vuelve del revés 
y de éste al envés así del mismo modo, 
tan natural como confusamente 
a estos ojos que van perdiendo fe en casi nada, 

y es que la raíz misma se desengancha 
cuando ha escuchado la música de la verdadera vida 
y ama salir a bailar con ella. 

Queremos ser legítimamente buenos 
y otra vez la salvación nos está poniendo a prueba 
porque ni la piedad ni el perdón se pronuncian 
ni se habla del amor con modulaciones heréticas, 
ese viaje va en una ruta menos opinada 

¿a caso no escuchamos a los que conocen 
hablar de la humilde naturaleza de las margaritas? 

Qué extraña manera ésta 
que crea vínculos desventurados 
con el pozo y los gozos más oscuros 
de los que no podemos salir fácilmente 

¿a caso no escuchamos a los que dominan el mundo 
hablar vacías y falsas maneras? 

La verdad que ocultamos terminará por ocultarnos 
y nadie sabrá si fuimos o nos fueron, 
si hemos caminado haciendo círculos 
o dilapidado las líneas rectas 
porque nada importará lo que hemos entrañado
realmente,  

y es que la suerte misma de querer ser 
nos abandona 
cada vez que violentamos lo que no somos, 
del mismo modo que la oquedad nos barrena 
si nos creemos dioses demasiado tiempo. 




Nená de la Torriente

domingo, 13 de marzo de 2016

Carta al amigo

Que le busquen a la letra 
el sentido del olor a náusea, 
el desgarro, la herida, 
la cicatriz, la bala de cañón, 
el revolcón, 
el atracón de soez hartura, 
y no menos desagradable, 
la sensación de vértigo 
y la retahíla del rompechapas 
y del crujedemonios, 
que por edad parecen estabularse 
sólo al llegar el día, 
me aburre tanto, mi soñador callejero, 
como aquel que vive pegado al legajo 
de su biblioteca, y cree 
que no crece el que no se sabe 
de memoria la Odisea. 
Piensas -pero no me dices- 
que no sabes dónde acabar 
para empezar de nuevo, 
ni a quién exorcizar para que no te olvide, 
y yo ando dubitativa con mi pala azul 
sin saber en qué cielo 
empezar a cavar agujeros,  
para guardar mis nubes.
No podemos mover el lugar 
ni este ahora que se resiste, 
pero acaso importa mucho 
que todo sea nada 
en este preciso instante, 
y que llueva sobre agua de nuevo 
tan despaciosamente, 
porque no nos toca ver más allá de esto 
que es ya, y no es luego, 
al encender la vida 
-porque ese pacto ya 
lo hemos hecho- 
y ser consecuentes, 
arrimándonos a lo que nos es inconcuso. 


Nená de la Torriente

miércoles, 9 de marzo de 2016

A B S U R D O S 








A medio renglón 
todos parecemos humanos 
cuando la humanidad no se pronuncia 
                                                 a voces. 
Ella posó sobre la hierba un manojo 
                                                 de espliego, 
ramas secas, 
un rimero de tierra húmeda alineada  
y algo parecido a un círculo 
hecho con pétalos de amapola. 
Él la miró contrariado, 
no entenderla destronaba su posición 
en el pequeño universo de ambos 
-urdió su mente, 
                         y se equivocaba- 
Se vio arrojado,  
y sintió como un caz profundo 
                                              se abría 
entre aquel verde luminoso, 
el nuevo jardín,  
y ellos dos. 
El miedo maneja mal las distancias 
-se dijo- 
y atravesó aquel extraño laberinto 
de objetos, 
destrozándolo. 
¿Por qué hiciste eso? 
-Sollozó ella- 
¿Y por qué no? 
-Contestó- 


Nená de la Torriente

jueves, 3 de marzo de 2016

CADA 4 MINUTOS
Paraba cada cuatro minutos 
y buscaba su sombra. 
Envidiaba a las gramíneas 
con sus espigas anudadas, 
pero sonreía al pensar que las poáceas 
no eran nombres de reina. 
*La vida es demasiado complicada 
cuando se está perdido, 
más, si los puntos cardinales 
son cardenales en los pómulos 
y en las rodillas 
o el sol 
no es luz suficiente  
para clarear el contorno de las cosas* 
Se sentaba en el mismo borde 
de las superficies 
donde los cantos no existían, 
balanceándose 
como adventicio mágico. 
Una metáfora de hombre 
ensimismada consigo misma 
que alumbraba al poeta y a la amada, 
dos castillos en el mismo naufragio 
y un solo reino poderosísimo 
que él desconocía en absoluto. 
Aquel trabajo que en soledad  
sólo un Dios humanizado, 
y somnoliento, 
había sellado con un abrazo. 
*Alegría mayor que la vida 
pidiéndose paso, 
empujándose tras la caída, 
insultándose como el gesto 
de los niños con baba en el beso, 
que se perdonan con el rostro  
lleno de barro* 
Él no sintió nunca piedad 
por nada ni nadie, 
yo sí por él. 



Nená de la Torriente