¿Dónde se ha quedado mi mente,
en qué parcela viuda?
Ya oigo a las locas
como compañeras de viaje
y atiendo sus cuidados como míos.
Este mundo está roto
y no queda otro que romper en pedazos,
ni otra humanidad que deshumanizar
ni un verso que remendar sin guerras.
De nada sirve recomponer el tejado
si estamos tuertos, mancos, impedidos.
Los niños nos han visto defenestrarnos
como trapos sucios sobre una acera de todos,
esa que no va a limpiar nadie
porque no queda nadie en la acera.
¿Qué harán ellos cuando crezcan,
plantar jacintos y hierbabuena?
Eso no sucederá
ni en los mejores sueños de Titú.
ni en los mejores sueños de Titú.
Queríamos ser los dueños de la vida,
siempre soberbios,
y todos la habitamos en flaquezas.
y todos la habitamos en flaquezas.
¿Vivimos o vivíamos?
¿O tal vez mañana?
Como si eso importase.
Te habría escrito sobre el mar y la pesca,
sobre la inocencia y la red,
la caña, la caricia,
la caña, la caricia,
pero escuchas la radio
con sus bombas, la venganza,
la falsa moral,
la falsa moral,
y la única verdad: el papel moneda
sin papel,
capaz de hacer que se mueva el mundo
sin personas
en la mente de unos fanáticos.
Nená de la Torriente