lunes, 31 de diciembre de 2012


-Hipo de esperanza- 


Creo que sólo me gusta Fin de Año por la cantidad de deseos que se piden. Imaginad el mundo lleno de personas pidiendo el mismo día,  en horas distintas,  deseos y más deseos, es sencillamente glorioso.
Es el gozo de desear -ninguna tontería- porque dadas las vidas que llevamos, ya casi ni nos quedan ganas de esperar, tener deseos nuevos, pensar ‘qué pediría, qué querría, qué me permito desear’.
Hay una vieja costumbre que llevo a rajatabla hace muchos años. Tras la cena y las atragantadas uvas, siempre tiene que haber una vela encendida o varias. Verde si esperas trabajo, roja si esperas amor, amarilla si es salud, blanca si te es lo mismo o te es igual. El caso es que antes de que den las campanadas,  escribe en un papeluco un deseo para el año que viene –total no te va a hacer daño, ni siquiera un esguince de muñeca- escríbelo en un papel pequeño y dóblalo.
 Ponlo en la base o plato donde hayas colocado la vela,  y justo cuando hayas acabado de engullir las uvas, aceitunas, peladillas o lo que te plazca –que los hay muy suyos- quema ese papel, y los papeles de los que te acompañen con sus deseos escritos, hasta que se queden en cenizas.
Muchas otras personas hacen algo parecido pero al contrario. 
Escriben lo peor del año y lo queman por el mismo sistema, cosa que para mí no tiene sentido. El pasado en la espalda, y la espalda no la veo –afortunadamente- y no me apetecería tener charlas mirándola todo el tiempo. Así que ¿te animas este año a desear? Una vela, un boli y un papel. Ya, ya sé que lo del deseo es complicadísimo, pero haz un esfuerzo, y sé feliz, si no quieres por ti, hazlo por otro, por alguien que quieras, sonríe, sonríe… Mañana quizá amanezca distinto.
Bueno, fijo que será distinto, será 2013.



Nená de la Torriente


-AMANECERES-



Amanecer. 
Ya. 
Sin hora. 
Preciso instante 
que inaugura la conciencia 
y construye la primera teja, 
después la segunda, 
levanta paredes, 
y pinta un suelo más o menos 
fiable, 
para empezar un recorrido. 
Habrá equívocos, 
desencantos, 
imitaciones de ternura 
que es sólo soberbia, 
timos,  consuelos; 
esa falta de amor que te llega, 
que no es falta,  es suma, 
pero no para ti, 
para el que dice que te ama 
porque todo el amor es por 
y para sí mismo. 
Una lástima verlo siempre 
tan tarde. 
Y volver a esperar 
otro amanecer. 
Ya. 
Sin Hora. 



Nená de la Torriente

domingo, 30 de diciembre de 2012


Después de aquello 
sólo era cuestión de ir tapando 
agujeros con piel, 
despacio, 
cada día, 
sonriendo, 
hasta que los músculos de la cara 
se volvieran marcas permanentes. 
Después, 
aquello 
nunca 
sucedió, 
como los personajes 
de Corin Tellado, 
proyec-tiles de una pistola de juguete. 

¡PIM, 

PAM, 

PUM! 

Sin fuego, 
sin sangre. 




Nená de la Torriente


Él es, 
tú eres, 
yo soy. 
Somos para 
vivir estando. 
Seremos mejores 
si nos tenemos para siempre. 




Tenerse es estar contenido
en alguien 
de algún modo, 
siendo parte de otro, 
quererse. 

¡Oh!  ¡Dije quererse! 

Sí,  he dicho quererse 
y no pienso meterme 
en el contenedor de la basura. 

-Hay cosas que nunca 
pasarán de moda- 



Nená de la Torriente

Déjame disfrutar 
un poco más de lo que tú, 
tan racional,  ves estrafalario. 
Déjame ser una niña a mi edad. 
Un globo unido a otro globo 
con más helio, 
que suba y que me deje imaginar 
el mejor mundo de los posibles 
-no el de Leibniz,  el que yo desee- 
No busco tu insulto, 
ni la intención de una burla,  ni 
siquiera esa ternura rancia de la distancia 
inconcebible. 
Tampoco una palmadita en el hombro, 
ni que me lleves a tu realidad 
de la mano, 
sólo que me dejes en paz, 
sin la mordacidad de lo sentenciado. 
Cada uno es cada quien con sus 
maletas,
y es casi feliz a su manera. 

-En todo caso nadie va a impedir 
que lo haga,  tan sólo es 
una petición de buena fe 
para no tener que ignorarnos- 



Nená de la Torriente



Todo lo tonta que tú quieras 
pero me has arrojado contra las cuerdas 
una y otra vez. 
Me has dicho que no
-cuando nadie te pedía un si-, 
me has sacudido, 
me has empujado, 
has sacado mis pies por la ventana 
y me has dejado suspendida 
para que viera otra realidad 
invertida y completamente opuesta. 
Ya no puedo ver con ojos humanos 
cuando han aprendido a mirarlo  
todo como un pájaro. 



Nená de la Torriente

sábado, 29 de diciembre de 2012


Cuando aceptas que no van 
a entenderte,  es mucho más  fácil. 
No es porque seas especial ni 
nada de eso, 
es por cómo te expresas. 




Cómo bailas sobre el prado 
inclinando los pies, 
cómo te pones la chaqueta al revés 
y te ves hermosa y más abrigada, 
o por cómo detestas el cepillo 
por considerarlo un objeto de tortura 
de lo más sofisticado. 

Cuando aceptas que vas a tener que hacer 
un esfuerzo para entender a los demás, 
es mucho más fácil. 
No porque sean especiales ni 
nada de eso, 
es por cómo se expresan. 
Cómo bailan sobre el suelo escorado 
sin inclinar los pies,  algunos, 
cómo se ponen la chaqueta con un enorme 
pico abierto dejando desprotegido el pecho, 
y se cepillan una y otra vez el pelo 
con cara de auténtico gozo. 


Nená de la Torriente

Rayaba el suelo con una rama 
con la mirada perdida, 
le hubiera dado igual 
que volase un hada azul 
o cocease un unicornio albo. 
Ella ensimismada, ausente, 
no buscaba nada más lejos 
de aquellas líneas en la arena. 
La arena le devolvía la mirada 
con la misma ausencia sosegada. 

‘No pasa nada. 
Todo da lo mismo ahora. 
Mañana mejor,  mañana. 
Dejadme tranquila 
pero no me descuidéis.’ 



Nená de la Torriente

Ya puestos a explorar querencias 
indago por tu aire vecino 
no por tu presencia, 
no vayas a pensar que cuando 
golpeo tu puerta con mis débiles 
nudillos,  llamo al espacio que ocupas. 




Esa opacidad es tuya o de tus ligados 
litorales,  que ya luchan ellos por tenerte 
en el recorrido que proyectas. 
No,  no,  yo no quiero tu movimiento 
ni tu lastre,  eso es cosa 
del primero que te halló y al primero 
que dijiste acepto,  o del segundo, 
o tercero,  o cuarto. 
Yo ausculto tu aliento cuando estoy vencida 
como si éste tuviera imanes 
para este pulmón lesionado, 
aire galeno que podrá sanarme 
con un par de versos. 
Y me gusta esa distancia perfecta 
que nos mantiene in- comunicados. 
Es otra forma de querencia. 



Nená de la Torriente

viernes, 28 de diciembre de 2012




Permanezco en un limbo 
de papeles 
que ni tú ni nadie 
puede delinear. 
Si me preguntaras, 
-que no te mentiría nunca- 
a  penas podría dibujarte el horizonte 
que veo. 
No sé si estoy presa o soy libre 
en esta infinitud de paisajes 
de hojas,  de tinta,  de teclas, 
de pulsos que se intercambian 
sin conocer sus procedencias. 
Cuando cierro los ojos me invaden 
sombras,  como avispas negras, 
las mismas avispas doradas 
que vienen a buscar mis pupilas 
cuando los abro. 
Al incorporarme llegan las proporciones, 
las voces,  los olores,  las olas gigantes, 
los escalofríos,  las risas,  las lágrimas, 
como si mi yo entero 
fuera de carne viva,  sin piel 
que pudiera protegerme del sol 
y del resto de las emociones. 



Nená de la Torriente

Si quieres subráyame, 
no me taches, 
inocentes todos,  cada día, 
con la puesta del sol 
cubriéndonos con la mano. 
El día nos sorprende 
como a niños,  porque 
nunca dejamos de serlo. 

Yo sonrío, 
tú sonríes, 
él sonríe 

y ninguno preguntamos 
porqué lo hacemos. 

Mañana no ha llegado todavía, 
cuando llegué,  quizá hablemos. 




Nená de la Torriente

jueves, 27 de diciembre de 2012


Quiero de ti esa ternura en canasto, 
el olor de las flores 
y la música clásica, 
amaneceres, atardeceres, 
niebla baja y lluvia intensa, 
sumas idénticas 
formando telas de belleza única. 


Quiero de ti la serena prudencia 
con la que preguntas, 
con la que cedes el paso y te detienes, 
con la fuerza que sujetas tu mano 
y me llevas a bailar sobre el agua, 
sobre la nieve,  sobre un paraíso 
imaginado. 
Quiero 
de 
ti. 



Nená de la Torriente

‘Tratatata tratata tratata 
duzco lo que dice el loco’, 
dijo el tartamudo 
en su afán de decir 
que ‘esa me la sé’
Y tanto tradujo que dejó labios 
caídos,  y el asombro de cientos 
de sesudos,  que dieron vueltas 
al diálogo irreflexivo, 
buscando una pauta de simetría 
en el desequilibrio. 
Y es que desde la simplicidad 
la óptica ve planteamientos 
muy sencillos y hace lecturas 
curiosamente precisas. 




Nená de la Torriente

Cuando la vida detona 
como el mar enfurecido, 
como la tormenta descargando arrebato, 
no tengas miedo. 
Cuando no entiendas el sentido 
de las calles, 
y el callejero parezca escrito en Gujarati 
no tengas miedo. 



Cuando no te reconozcas entre la multitud, 
quédate quieto,  ese eres tú. 
La espesura,  el estruendo,  el galimatías, 
las identidades,  con serenidad y temple, 
son como los ataques de asma, 
si respiras por una paja despacio,  en calma, 
terminan aliviándose un poco,
hasta que buscas una solución: 
Un refugio para la tormenta. 
Un traductor para el Gujarati, 
o hallas una forma de conocer 
tu propia identidad. 



Nená de la Torriente

miércoles, 26 de diciembre de 2012


Si fuera tan fácil 
ser lo que uno quiere ser, 
viviríamos todos en mundos 
ideales, 
porque no hay un mundo igual 
que reconozcamos todos. 
Ni cerrando los ojos 
imagino qué o cómo querría ser. 
Se agolpan viejos clichés, 
y casi prefiero verme como hierba 
o viento,  o lluvia,  o tormenta 
de verano. 
Ahora en este paisaje,  en el punto 
lejano de aquella perspectiva 
que dibujaba de niña, 
miro hacia atrás, 
y todo lo veo demasiado grande. 
Es curioso cómo las visiones cambian. 
De niña lo veía fácil, 
todo era alcanzable,  llegaría en nada, 
el punto estaba allí esperándome 
sólo a mí, 
la mujer mira a la niña en un espacio 
abierto,  enorme,  al amparo de nadie. 



Nená de la Torriente


Lo que me das. 
Lo que otro me quita. 
En medio yo. 
El agua. 
Desaparezco,  aprendo 
como la lágrima hace
su recorrido. 




No permanece en ninguna 
parte, 
o no está el tiempo necesario 
para dejar huella. 
La sal al secarse cae sola, 
no queda recuerdo, 
no queda nada,  y 
nadie me duele -miento- 
y a ninguno puedo dar mal. 
Nadie me sufre 
ni sostiene mis cruces, 
a quién importo. 
Así lo elijo, 
pero cuando estoy 
amo,  y amo sabiendo que 
el amor existe, 
y aunque lo niegue cientos de veces, 
lo que doy siempre es verdad. 
  


Nená de la Torriente

Quise ser piloto de avión 
cuando veía pelis de aviones 
en blanco y negro. 
Exploradora,  cuando alguien 
atravesaba una selva 
con un machete, encontrando 
mil peligros. 
También más bonita, cuando miraba 
a todas las bonitas de este mundo 
sujetándose la melena 
en un sencillo acto femenino, 
tan connatural como dificultoso. 
Nunca me conformé con mi 'graduada' 
imperfección, 
pero tuvimos nuestras charlas,  y
hubo épocas que hasta parecía 
que nos caíamos bien. 

Terminas aprendiendo a vivir 
en un pacto permanente con tu 
lunar,  sin ponerte alzas, 
ni inventando un desacierto 
que no eres;  pero observas 
cómo muchos no transigen, 
y nos venden un Cadillac El Dorado 
por fachada,  y por dentro 
una hermosa amanecida. 

Soy inexacta e irregular, 
incompleta,  a veces confusa y 
descuidada,  fallo,  me equivoco, 
me caigo y me levanto, 
me sé defender,  pero sin acrimonia. 



Nená de la Torriente

martes, 25 de diciembre de 2012


Sé que si tenemos un compromiso 
sobre cualquier otro, 
es el de ser feliz. 
Sé que ninguna imposición que me haga 
sufrir puedo aceptarla, 
a no ser que su sacrificio justifique 
un alegría mayor. 


Escucho, ‘días falsos,  días vacíos, 
la Navidad no existe’, 
a los mismos que orgullosos aceptan los lazos 
de colores, 
sacados de la manga de algún ilustrado en 
denominar los días en los calendarios. 
Sé feliz.
No lo conviertas en unas horas, 
ni en días señalados,
ni en un lazo reivindicativo.
Desabotona tu chaqueta y 
deja que entren en ti.




Nená de la Torriente