domingo, 30 de diciembre de 2012


Después de aquello 
sólo era cuestión de ir tapando 
agujeros con piel, 
despacio, 
cada día, 
sonriendo, 
hasta que los músculos de la cara 
se volvieran marcas permanentes. 
Después, 
aquello 
nunca 
sucedió, 
como los personajes 
de Corin Tellado, 
proyec-tiles de una pistola de juguete. 

¡PIM, 

PAM, 

PUM! 

Sin fuego, 
sin sangre. 




Nená de la Torriente