Dame
esa segunda voz 
que
anda rezagada en la garganta, 
que
no es escrúpulo ni conciencia, 
deja que suene natural        
en
un alumbramiento fácil. 
Que
se hermane a la primera, 
que
no la extrañe, 
que
sea connatural al pensamiento. 
Contarán
verdades 
que
sorprenderán,  que alisarán los pliegues 
de
muchas arrugas,  que tintarán a 
más
de una cana y dejarán las bocas abiertas. 
Aún
se puede dar un giro al pensamiento 
y
seguir entendiéndolo todo, 
sin
extrañar nada de aquella otra manera 
–la
de ahora- 
de
ver las cosas. 
Nená de la Torriente
