jugando
a abordar la pupila
y
mirar en el interior de mi cabeza.
Nadie
me mira como tú, buscando
una
palabra que diga o un gesto,
una
luz que se cuele en tus ojos con
la
misma intensidad.
Nadie
me mira como me miras tú,
con
el atropello del que
se
hacina en el metro
y
luego besa,
del
que sujeta y luego dice:
Eres
mía.
Me
das miedo.
Nená de la Torriente