domingo, 16 de diciembre de 2012

-Navidades palaciegas-


Otra copa me sirvo 
que no me gusta la servidumbre 
ni las indicaciones 
a pie de barra: 
‘hasta aquí,  sube,  sube,  bien ya vale’. 
Me la sirvo en tu nombre, 
no en el nombre de cualquiera, 
ni a mi salud perentoria, 
ni por la gracia de mi madre 
-que la tiene y no es ninguna broma- 
Tuyo es el ofrecimiento 
del néctar de esta uva, 
pisada por los pies de 
sabe Dios qué hombres, 
-quiero pensar románticamente, 
en lugar de con qué frías máquinas- 
por darme un rato de 
serena ingenuidad, 
como la que viven los niños 
en esas navidades palaciegas, 
innegablemente mágicas, 
que un buen día llegó un mayor 
y decidió aniquilarlas. 
¿Tanto incomodaba que fuéramos 
todos niños, 
solamente por unos días? 



Nená de la Torriente