No puedo.
No
puedo parar de pensar.
No
se detiene este vidrio
frágil
que tengo por mente
en
voltearse y rodar en un espacio
insuficiente.
A
veces creo que quiere quebrarse,
que
eso anda buscando;
que
le domina lo que ve,
y
los mensajes de las emociones
siempre
fascinantes
a
su percepción fría.
No
puedo dejar de pensar
y
mi mente se llena de imágenes
como
si fuera un imán
y
todas las imágenes magnéticas,
y
vienen y golpean este cristal,
y
llegan más,
y
nuevos mensajes emocionales,
que
giran el vidrio, lo voltean.
Ni
aislándome de los sonidos del mundo,
dejo
de escucharlos, de ver sus colores,
y
sigo pensando y agitando
el
quebradizo cristal de mi cabeza.
Nená de la Torriente