En
el origen estabas tú.
Tú
vestido de grana,
y
todos en estado
de
mente ausente
nos
reímos de ti.
Desarrollaste
tu condición
y
fuiste creciendo en millones
de
micro mundos,
esparciendo
tu semilla
por
galaxias llenas de pequeños
trozos
de ti.
Tu
alfa estaba dando sus primeros frutos.
Nuestras
mentes ausentes
seguimos
pensando en tu infinita vanidad,
tú, sólo tú querías ser el creador de tanto.
Para
que te amáramos nos diste una mente presente,
y
algunos te amamos, otros se resistieron a creer en ti.
Buscaste
un Omega, cuando te diste cuenta de
que
las cosas que creabas se reproducían solas,
podían
ser auto suficientes, y herirse hasta lo indecible.
Nada
las detendría, salvo el auto dolor que se
infringían, y eso era muy doloroso para ti.
Querías
que Omega actuara, pero les habías
prometido
a tus criaturas libertad,
libertad
para hacer o deshacer, para cambiar
las
cosas, decidir su camino…
Pero
era tan doloroso ver su duelo
que
sólo confiabas en la parte perfecta de su imperfección:
Su
corazón.
Nená de la Torriente