viernes, 16 de diciembre de 2022

 


Déjame llegar hasta tu orilla, 

déjame perfumarte con aires de tierra, 

acaparar la distancia mínima 

entre la sal y la arena 

y gritar tu nombre. 

Déjame alcanzarte, detentarte. 

Mirar como tú miras 

por encima y por debajo 

de los tejados, 

rabiosamente iluminado 

 por tu franca contundencia. 

Recuérdame cada día 

que no se escribe para olvidar, 

que nadie lo hace, 

y déjame que no te olvide 

entre todas las cosas de este mundo. 

Déjame ser capaz todavía 

de engendrar a la nieve 

como de sobrevolar mis ausencias, 

sin la tormentosa agonía 

de este arriscado vuelo. 

 

Nená de la Torriente