miércoles, 31 de agosto de 2011


-Humanidad-

En cada hueco
una verdad, una mentira,
un error, un acierto.
¿Cómo asimilarlo?
¿Y si es un problema de perspectiva?
Desmenuzamos,
buscando la grana para hallar
la minúscula parte de la más pequeña.
No sobrevolamos
las pequeñas porciones,
ni buscamos las grandes
para alcanzar un Todo.
Visto así resultamos necios
siempre desgranando:
‘¡eso es mentira!
¡me fallaste!’
Y cuando dijiste la verdad
¿no contaba?
Seamos sinceros:
¿qué se espera de nosotros,
la santidad, la perfección?
La humanidad es tremendamente
imperfecta,
y deberíamos comenzar a amar,
si no, a comprender,
su increíble imperfección.

Nená

-El mundo-


No es tan grande.
Si lo miras bien
es un papel extendido,
con diminutos seres
que se aniquilan
guerra tras guerra,
por trozos de lámina.



Esos pequeños pobladores
habitantes de esa hoja desplegada,
generan una enorme soberbia
y una ambición que supera
los cantos del abarrotado pliego.
Levantan vientos iracundos,
encolerizadas pendencias
capaces de quebrar
el aspecto de su atlas,
de su casa,
de su mundo,
de mi hogar.

Nená

martes, 30 de agosto de 2011


-Despacio-

Despacio, despacio.
Los deseos, los propósitos,
las ideas, los sentimientos que muerden el estómago,
pausadamente, no vayan a caer al precipicio
de las epístolas sin destino.
No corras, no conmines.
Hay más atemorizados que pueblan las aceras,
que arrojados que arrebatan directrices.
Nos puede el ímpetu, unos dicen que la raza
–los eternos optimistas-,
las ganas de vivir deprisa o de no perder el tiempo.
Pero el tiempo es un pastel mordido
que se hunde por distintos sitios
y de irregular manera.
Así que despacio, que el apremio y la impaciencia
no sea un problema, sino la cámara de un turista
que se contenta
hasta el fin de su ‘período vacacional’.

Nená

Atrapados.
Reclusos de nuestros verbos,
de cada giro, de cada esquina
invadida por nosotros.
Es fácil mirar a otro lado
y atusarse coquetamente el pelo.


Los hay que lo hacen con remota
ciencia, auténtica crisopeya:
son oro, oro pulido
-les envidio-
Otros ni perciben las celdillas
de su presidio,
andan con tanta urgencia,
que no les resta para cosas
tan ‘absurdas’
-a estos no les envidio,
creo que les tengo cierta aversión-
La mayoría comen y duermen,
lloran a ratos y se enamoran,
son conscientes de su mazmorra
pero la comparten:
soledad con soledad,
dulce o no tan dulce compañía
-les tengo en mis ‘jaculatorias’-
Pero todos atrapados
arrugamos el mapa de cielos azules
y mares procelosos,
y a pesar de todo
nos cabe una inmensa felicidad.

Nená

lunes, 29 de agosto de 2011

-Escápate conmigo-



Escápate conmigo.
Tengo un barco en el trastero
con un solo remo
y ganas de cruzar el océano.




No seas medroso,
ya hemos hecho tantas cosas
que nadie nos echará de menos.

Si lo hacen,
les dejaremos una foto
y un cajón de arrumacos
en algún lugar preferente.

Vararemos en los puertos
de alegría contagiosa,
en islotes de lunas
que rasguen la arena.

Y si no hablamos
no habrá reproches,
tampoco regañinas
si nos da por departir
como inconscientes.

Un hombro, un regazo,
imperativo una caricia.

Después vendrán las risas
con todos los dientes,
de esas que aterran
al mismo demonio.

Venga.
Escápate conmigo,
no seas medroso.

Nená

-El musgo, la teja y tú-

Consciente de esta liviandad,
de la callada manera
como se posa el musgo,
de cómo el gris deja de verse
bajo la teja,
no puedo decir que te quiero.

        Si todo esto es una gota
        dentro de otra gota
        y yo el ojo extraño que lo mira,
       tú eres la cercanía
       más querida.

Pero como la teja,
eres el gris que no puedo ver,
lo que está demasiado cerca
y no se mira.
¿Cómo querer lo que no se mira?

      Subo la escalera,
     despacio, ajena a la tormenta,
     a la teja, al musgo, a la gota,
     a ti.

La tierra es tan excelsa
que olvido siempre mi parcial ceguera.

Nená

domingo, 28 de agosto de 2011


Descanso de mí en tu sombra
el instante que la mañana me deje.
Voy a detener el reloj.
Me sentaré en tu pared encalada
y oleré tu flor,


porque el día es demasiado corto
para tener prisa.

Me he hablado tanto
que la extenuación
es una palabra demasiado pequeña.
Cualquier día me meto en un tren
y me licencio,
y la mejor parte de mí, la callada,
se queda aquí,
en esta o en cualquier sombra,
oliendo y acechando maravillas.

El color golpea mis ventanas
como si fuera una invidente.
Pero es que hay tanta belleza ahí afuera,
que resulta cegador
abrir los ojos de golpe.
Sería coger una embriaguez aniquiladora.
Por eso descanso de mí,
al acecho, oliendo tu flor
y desnudando poco a poco
cada prodigio.

Nená

-lapsus matinal-

Me levanto con sueño.
Apago el despertador fiel,
nunca me falla -el muy traidor-
Tras muchos sobornos y sacudidas,
diálogos infructuosos,
caídas inoportunas.
-Es que está hecho en Albacete-

Enciendo la tele y me quedo muda:

USA bolígrafos de punta de tela.
USA  pantalones que elevarán tu ‘anatomía’.
USA compresas con alas –te harán más sexy-,
tijeras que cortarán un noray, un barco, un muelle.
USA cuadernos vivos con dibujos que respiran,
máquinas de cocinar que hablarán como Séneca.

USA, USA, USA, 
lo que proponga USA.
-Y cuando compres un despertador
asegúrate que sea made in USA,
así tal vez no te despierte-


Nená

sábado, 27 de agosto de 2011


Todas las olas son distintas:
emerge una cascareta,
un pez cruza aleteando su cola,
la brisa tiene un golpe de tos.



Pero todas las olas parecen
imágenes idénticas,
que se arriman a la playa
una y otra vez con sus mimos.
Huellas que vienen a evocarte
que las has olvidado:
Recuerda,
recuerda Edwards,
como la peli de Hitchcock.
La mar es sosiego e inquietud,
ambas cosas,
-imposible de suyo-
Una seducción indómita
que hipnotiza, intimida,
seda como ninguna cosa,
aterroriza cuando se muestra brava,
no deja ‘a mí plin’ a nadie.
Y si lo dicen: m i e n t e n.

Nená

Alguien
-creo que el único que me lee-
me dice que no empuje los poemas
como se empujan los platos
en los bares de carreteras.

Que los restaurantes selectos
tienen cartas de tres o cuatro platos
-ya son ganas-
Yo no soy una carta de comida.
Me peino el pelo cuando me apetece,
bebo vino a la hora que mi estómago lo demanda,
como escribo cuando me pellizca la nariz.
Somos millones de salvajes poblando este planeta.
¿A quién le importa una salvaje más
que cruza las piernas como una loba blanca
vestida de marrón oscuro?
¿O una diminuta compulsiva que escribe
con un tic de talón sobre el suelo?
Vivimos en islas.
No espero que un fornido camionero
se baje del camión
y venga a engullir mis platos.
En cualquier caso,
me daría prisa
en cambiar el cartel por el de: 
Cerrado por confusión.

Nená

viernes, 26 de agosto de 2011


Tengo que buscarte un sitio.
Aún no sé si una balda será apropiada,
Desde allí me verás dormir cada noche
- y te advierto que a veces hablo dormida-.
Verás mi verdad,
lo pequeña que soy en un mundo de pequeñas cosas
y estarás muy lejos.
Si te pongo en la mesa,
andarás todo el día trasteado, magullado,
cubierto de papeles y de libros,
y estando cerca, no te veré yo.
Si te coloco en el suelo,
creerás que soy importante
-por lo menos una titánide-
Una mentira que no se sostiene
ni como chiste.
Si te meto en mi cama,
las cosas serán las de siempre,
aburridos ciclos de te quiero
porque me quieres,
tan infantiles como asfixiantes.
¿Y si tú eres el sitio
y yo me asumo a ti como búcaro
a enramada?
No lo sé.
Pero sé que tengo que buscarte un sitio.

Nená

Cada tarde en su rutina
cae el relente,
y la espera se hace compañía
en un embozo de agua.
Nadie sabe si llora.
Todo es llovizna perdida
sobre una tapia sorda.
Y de tanto esperar, olvida,
lo que un día esperó primero,
y lo que cada tarde
con obcecada insistencia aguarda.
‘La muerte viaja con billetes
de a uno‘, le dicen,
pero ella es terca
y nunca se marcha.

Nená

jueves, 25 de agosto de 2011



Todo ha llegado.
Pensé quién era
-no qué-
porque yo buscaba seres humanos.



El sonido de pasos detrás de mí,
ese gesto romántico
con que sueñan todas las bobas.
Te despiertas y un palmetazo
te sacude de parte a parte
y dice: ‘mírame idiota,
la vida rebosa,
y tú ahí esperando a saber qué pequeñeces’.
Y lo miras.
De golpe lo miras
y la cabeza se barrena de dolor,
el músculo se contrae y se expande
por haberlo tenido preso,
ves las piernas insignificantes,
las manos inútiles
y sientes que aún no has empezado a construir.

Nená



-poemas verticales-

Hay versos horizontales
que nos dejan concisas sonrisas
y poemas verticales que nos elevan
en peldaños desahogados.
Una vez arriba, deliciosamente
excitados ¿quién vendrá a rescatarnos?
Desaparece esa escalera
y nos quedamos suspendidos
en un verso perdido
de un poeta
que ni recordamos su nombre.
Así las emociones.
Defectuosos
nos empeñamos en subir
o cruzar escalinatas,
al galope, con invidencia,
persiguiendo una luz a tientas
y quedamos atrapados
sin saber cómo,
ni de quién,
ni porqué.
Esta creación imperfecta
es la perfecta o la única
manera de cruzar,
tal vez, esas gloriosas escaleras.
Seguiré buscando poemas verticales
-al galope, a tientas, a ciegas-
aunque sepa que nadie
vendrá a rescatarme,
afortunadamente.

Nená

miércoles, 24 de agosto de 2011


Pégame el chicle en el pelo
y comparte tu bocata de atún conmigo.
No mires la arruga de mi frente
no seas feo,
yo no miraré tus gestos sobrios.
Quiero zapatos con arena de patio
y verte colgar del columpio.
No te burles,
sólo una vez más:
una mancha en la camisa,
una risa boba,
mirarte boca abajo un rato.
Déjame marearme, reírme,
sentirme tonta, muy tonta,
sentirte tonto, muy tonto,
olvidar la seriedad y el lápiz.

 -Hoy me siento muy, muy cansada-

Nená

martes, 23 de agosto de 2011



Odio la melancolía.
A veces creo que yo inventé
la melancolía,
pero odio más el odio.





El río en su recorrido
más pausado es muy lenguaraz,
pero nadie le escucha,
creo que nos da miedo escuchar;
saber con tanta evidencia
que estamos de paso,
que estamos para dejar de estar,
que lastramos algún canto,
lentamente,
muy lentamente.
Hoy llueve,
no puede ser más hermoso.
El río va lleno, agitado,
como va llena la vida, y
se apresura, se contagia,
se atropella.
Pero hoy no piensa
–ni se imagina-
que está así, 
eufórico y jubiloso,
para dejar de estar.

Nená

lunes, 22 de agosto de 2011

A NUESTROS MAYORES


Cuando llegue la seca
no te asustes,
las cosas sorprenden
con maravillas extrañas.
La edad es como una caja
cerrada con dos colores:
fuera ocre,
dentro amarillo.
Dirás que te engaño.
La edad es cayado y dolor,
arruga y sillón de espera
hacia alguna parte,
pero no te engaño.
Hay un auténtico sol
dentro de esa caja ocre,
una luz extraordinaria,
una vida dentro de otra,
una niñez que no se va nunca
pero que es más sabia.
Miradas más allá de las pupilas
cargadas de historia
y de indulgencia.

Nená