Atrapados.
Reclusos de nuestros verbos,
de cada giro, de cada esquina
invadida por nosotros.
Es fácil mirar a otro lado
y atusarse coquetamente el pelo.
Los hay que lo hacen con remota
ciencia, auténtica crisopeya:
son oro, oro pulido
-les envidio-
Otros ni perciben las celdillas
de su presidio,
andan con tanta urgencia,
que no les resta para cosas
tan ‘absurdas’
-a estos no les envidio,
creo que les tengo cierta aversión-
La mayoría comen y duermen,
lloran a ratos y se enamoran,
son conscientes de su mazmorra
pero la comparten:
soledad con soledad,
dulce o no tan dulce compañía
-les tengo en mis ‘jaculatorias’-
Pero todos atrapados
arrugamos el mapa de cielos azules
y mares procelosos,
y a pesar de todo
nos cabe una inmensa felicidad.
Nená
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