¡Escalerísimas como versísimos
hay en mi íntimo pasaje!
¿Y qué hay detrás de él,
una pared, un sol, un mundo perfecto,
una nube cóncava?
Puedo saltar de tres en tres los escalones
y convertirlos en humo,
y respirarme y llamarme azul.
Ser zarco perfumado e hilarante pluma
capaz de volar tan cerca
como lejos
hasta el extremo de tus ojos,
causándote un vahído.
Puedo reírme con el llanto más desgarrador
que escupe un pulmón enfermo
y deletrear la palabra A M O R
como un animal herido,
y besarte los labios
como gota de lluvia primera,
sorprendida
por llegar tan pronto,
y tan tibiamente.
Y hasta puedo morir pariendo una verdad
de esas que a nadie le importan,
porque un rayo de sol vale más
que cualquier reflejo
por muy galáctico y
fulgurante que parezca.
Porque puedo,
en mis intimísimas certezas,
recorrer por repetición la vida,
andar y desanudar los huesos
a merced del capricho,
amar la amanecida o negarla
como quien repite curso
por incumplimiento
y pereza
con los ojos eternos
ausentes en la vidriera,
la razón en otros litigios
ausentes en la vidriera,
la razón en otros litigios
y a punto el alma-metralla.
Nená de la Torriente