NUR
Le atrapó un verso,
un espacio silencioso entre corchetes.
Se encomendó a la sombra del poema,
a los pies del descollante,
hasta sentirse cómodo.
Dibujó con el dedo
la sublimidad de lo más nimio,
tan ínfimo, tan tardo, tan contingente.
Nadie más pobre
pero nadie más feliz.
A salvo
dilapidó las palabras
tabicando los silencios.
Nombró uno a uno a los recuerdos
consciente de su engaño,
el bello vaivén de lo intangible.
Nadie más oscilante
pero nadie más feliz.
Bromeó con el llanto,
con el atropellado modo
de vivir deprisa.
Miró de reojo a la lluvia
como si pudiera zafarse,
a sus viejos zapatos,
a sus manos vacías,
y se sonrió.
Estaba a solas con su mundo,
sólo entre millones de universos.
Nená de la Torriente