viernes, 31 de mayo de 2024

 


Y a cada poco una profunda revolución 


No te conté ni la mitad 

¿Qué sabes tú de mi alma? 

A estos ojos que ves me asomo siempre, 

aplazo mis pensamientos 

errados en quórum, 

buceo bajo un agua diferente 

¿Y dónde te quedas tú? 

Somos eso peor que el animal 

que busca la brecha y se precipita 

y culpa a la negritud de su caída 

¿Crees que no veo pasar tus dedos 

por mis renglones rotos? 

¿Qué no puedo notarte 

ni sentir el aliento de tu piel 

sobre mis planas? 

Siento miedo 

de lo que se va a manifestar, y 

mientras pienso 

sé que está sobreviniendo, 

 que llega de nuevo una asonada, 

un grito rauco desde dentro, 

un motín en riada, 

un pronombre terco que esculca 

sobre mi carne,  

cualquier gesto admonitorio 

de dolor. 

 

Nená de la Torriente

lunes, 11 de marzo de 2024

Llueve y

nos volvemos terrones en tazas de té,

tan livianos, tan pacatos,

en amnesia pudibunda.

Te he escrito tantas veces

que olvido tu nombre y

el significado de nuestro pacto.

La maleza ha tomado posesión

de tu cuerpo; 

 pierdo la memoria de mi paso   

entre esta niebla 

que ciega el enorme ojo del puente, 

camino a casa.

Pancista e ignava

me retiro a algún lugar

del que no sé dar domicilio,

construyo un haz de luz

en proporciones exactas

que quepa en mi palma,

así retengo el mínimo recuerdo

de mí misma

y de algún ayer,

contigo,  

que ya no es el nuestro.

 

Nená de la Torriente

viernes, 19 de enero de 2024



Hoy éramos tantos en este precipitarse 
que olvidé decirte que llega la vida. 
La vi empujar los armarios 
pungiendo las esquinas, 
llamando la atención a los colores. 
No tengas miedo, 
no voy a cogerte del brazo, 
no morderé tu nuca 
ni tiraré de ti como arrastra la bestia a su cría. 
Estás a un abrazo de mí, 
siempre lo has estado, 
no te hago falta cariño. 
Vivir sabe de compañías, 
muletas, 
óbolos, 
conformidades. 
¡Vuela mi zorzal que emigra! 
  

Nená de la Torriente

miércoles, 8 de noviembre de 2023



Me gustaban los colores. 

Me gustaba la melancolía de la adolescencia. 

No tener qué recordar más que un pasado 

como el rocío o la calima suspendida. 

Me gustaba el arroz de mi abuela,

la cerveza fría, los frijoles. 

El olor de las pipas talladas,  

tan dulces, tan humeantes. 

Me gustaba soñar con despertares, 

con los ojos de un extraño entre mil ausentes. 

Poder apretar el paso 

hacia ninguna parte; 

correr hasta que me pitase el pecho en sinfonías. 

Me gustaba mi yo entre picos y envolturas, 

sin espejos, sin imágenes elegidas. 

La voz de mamá dulce y quijote, 

la inquietud por la reprimenda sin condena. 

Me gustaba ser como nadie semejante,  

nueva como el agua en las mejillas. 

extrañamente distraída,  

la burla de algún otro aún más doliente. 

No temer a Dios ni a los hombres, 

no huir jamás de la utopía. 

Me gustaba vivir sin ser consciente, 

moquear, gemir, reír a carcajadas. 

Ser parte de un todo imprevisible, 

una aventura, 

un planeta, un infinito, 

esa enorme libreta sin márgenes. 

 

Nená de la Torriente 

sábado, 14 de octubre de 2023


 Háblame aunque el sol sea de sombra 

y tu pena la del niño con el dulce, 

aunque las saetas del reloj se doblen 

a ritmo de trompeta 

o la risa sea un canto en pesadumbre. 

Háblame como yo te escribo, 

como yo clavo mi pupila en tus vividos paños, 

como te abrazo aunque no me veas 

y pronuncio tu nombre y lo columbro. 

Más allá de las colinas está tu sangre 

y la mía  yace aquí sobre la arena 

¿y no somos lo mismo en todas partes? 

Háblame y no dejes de crecerme sobre tu tapia, 

no abandones tu suspiro en mi desfiladero, 

Que todas las palabras vuelvan  

que vuelvan los sonidos, 

que regrese el acuerdo y la misericordia 

de ser siendo lo mismo:  

Hermanos.  

   

Nená de la Torriente