Háblame aunque el sol sea de sombra
y tu pena la del niño con el dulce,
aunque las saetas del reloj se doblen
a ritmo de trompeta
o la risa sea un canto en pesadumbre.
Háblame como yo te escribo,
como yo clavo mi pupila en tus vividos paños,
como te abrazo aunque no me veas
y pronuncio tu nombre y lo columbro.
Más allá de las colinas está tu sangre
y la mía yace aquí sobre la arena
¿y no somos lo mismo en todas partes?
Háblame y no dejes de crecerme sobre tu tapia,
no abandones tu suspiro en mi desfiladero,
Que todas las palabras vuelvan
que vuelvan los sonidos,
que regrese el acuerdo y la misericordia
de ser siendo lo mismo:
Hermanos.
Nená de la Torriente
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Háblame