sonríe
como las caracolas que trepan
desde el camastro marino.
Vienes a recordarme todas las
cosas,
todas y ninguna,
porque el mundo cabe dentro de mi boca
y la infinita paz
aquí
entre mis piernas.
Quedan rastros de lluvia
y una giba de versos pálidos
entre las sombras más imprecisas,
el espacio interminable del silencio
que grita
en cada portal que cruzo,
y esa falsa amnesia que en el anular
anudo
cuando te escribo,
porque no me quisiste
porque no te he querido
y porque el amor se hizo
guillotina
al convertirlo en un sueño.
Nená de la Torriente