que abre brechas en la nube
y precipita su carrera
hacia el vientre del mundo.
La constancia del sol
por levantarse cada mañana
y limpiar de olvido a las esquinas.
Tengo el atrevimiento de la palabra
que va buscando el mutismo
y la obstinación del beso
que incansable busca el terremoto.
Tengo la inocencia
ante el montón de incumplimientos
por renovarse postulante
y la paciencia de la ola que saluda
a la misma playa
una y otra noche.
Tengo la raigambre de lo vivo
que persigue a la luz
contra todo pronóstico
y la sed de los jardines
en todos los agostos.
Tengo la fe y los cantares,
la pluma que sostiene a la tierra
y la desarma,
la voz que madruga
y el disparo de risa que levanta el vuelo
a las palomas.
Tanto tengo
y tengo tanto
pero no consigo encontrarte
ni que tú me pertenezcas.
Nená de la Torriente
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