Qué bárbara manera de electrocutarse,
de ver lo que no existe en cada línea.
Somos al final lo que desandamos
conscientes de lo que una vez no entendimos.
Apostarse en la ventana y abandonar la mirada
volando en torbellino,
acariciar la idea de ser siempre el camino
el único que recogiese sus pasos,
siendo medida de sus labios
y expresión de su
pulso.
Qué bárbara manera de reprocharse,
de deshabitar estancias
que siempre fueron suyas,
de no tenerse entre las cosas
que siguen buscándose por su nombre.
Y dejar de creer casi de golpe
en todos los hombres,
todos y cada uno,
aquellos que en sus ceñidas manos,
de pronto invisibles,
le vendieron la belleza de un amor
como ninguno.
Qué bárbara manera de maltratarse.
Nená de la Torriente
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Háblame