domingo, 30 de junio de 2013


Detén el minutero que se resiste, 
a los segundos ya los he sobornado 
con una caja de galletas. 





Todo es tan sencillo como cerrar las espitas 
de los barriles o abrirlas y vaciarlos enteros. 
Yo ya escucho a la mañana cantar 
no sé a qué estás esperando. 
Por ahí se sale a la calle,  no hay limoneros 
pero hasta aquí llega el olor a limón. 
Haz del mundo el lugar qué quieras 
y vívelo,  que no te vivan los días como 
hojitas de calendario, 
enseña lo razudo de tu sangre, 
tu víscera más hambrienta 
y sal a escuchar la mañana 
como yo ya la estoy escuchando. 




Nená de la Torriente
La soledad no es un vestido 
o un traje,  un modismo que 
calzar en salas junto con un tercio de cerveza. 

La soledad no es el piso del poeta, 
ni la tipología del maldito,  ni el estudio 
antropológico del siglo. 

La soledad es no poder apoyar tu cabeza 
en el hombro de cualquiera, 
ni poder decirle aquí me duele. 

Es saber con precisión sin acentos que nadie 
pretende escuchar tu grito, 
que no tienes suelo donde sostenerte, 
ni razones que darle a tu corazón. 

Nada  que te acompañe en este ‘sin oasis’ 
que día a día se construye más doliente. 
  



Nená de la Torriente
Voy a dividirme 
cuantas veces quiera, 
porque comprendo mejor que nunca 
el irracional comportamiento humano. 
El que rechaza las clases como término maldito 
es el más clasista de todos. 
Aquel que desprecia la idea del amor es el enamoradizo, 
que en turno de fila de a uno 
va empujando porque lleva prisa. 


El que se burla de los débiles de carácter 
es el que carga el complejo en su abanico de trastornos. 
Antes me divertía,  ahora me cansa tanto extravagante 
disparate y la resolución de creérselo. 
Yo sólo quiero estar contigo. 
Estar contigo. 
Y voy a dividirme en mil pedazos 
para estar de mil maneras y mucho más tiempo. 




Nená de la Torriente

sábado, 29 de junio de 2013

Cuéntame tu historia, te escucho. 
No temas este espacio que ocupo ni 
el sonido atiplado de mi voz. 
Sólo dos para dos y tus palabras, 
una a una,  dámelas a tu parsimonia 
o alacridad,  yo no voy a marcharme, 
ni a ignorarte por ser distintos en tamaño 
y forma. 
Nadie va a medir el encuentro de dos extraños, 
te lo prometo. 
Háblame,  reposa tu silencio sobre el hueco 
de mi pausa,  y ve colocando vocales y consonantes 
cargadas con tus cosas. 
Permíteme por un momento que sea tu hogar, 
tu fogón,  tu mesa,  tu melodía. 




Nená de la Torriente
Qué distintos parecemos. 
Tú te aferras al poema como a un estuche 
de lápices,  yo como a una mañana de frío dulce. 
No colecciono ruedas ni figuras geométricas 
y a pesar de eso tengo un pulso semejante. 






Me pierdo en el ala de la libélula que descubro 
en mi albornoz,  como la cosa más bonita del mundo, 
tú le contarías celdillas y te acercarías  aún más 
con el riesgo de perderla. 
No hay dos iguales como nuestro rostro es asimétrico. 
A menudo voy pensando que los parecidos son 
cada vez más artificiales. 
Suspendo la voluntad cuando los pájaros me sobrevuelan 
como suspendo la voluntad  cuando el amor me besa. 
Lo primero es por fobia,  lo segundo es por imposibilidad 
de hacer otra cosa. 
Tú serías incapaz de suspenderte,  porque tu máquina es 
perfecta, 
y a pesar de todo tenemos un pulso rayano y equivalente. 




Nená de la Torriente

viernes, 28 de junio de 2013

De estancia a estancia 
mide una cintura a la que 
le han crecido ramas de limonero. 
Ella piensa que así estará inexpugnable 
sabiendo que la rama se dobla, 
sólo eso, 
y que su aroma traerá momentos 
de mil instantes felices. 
Cuando cierra los ojos la cintura 
le oprime y el olor es tan intenso 
que su conocimiento se pierde 
en lagunas,  viéndose ahogada 
en aguas profundas, 
pero eso no lo dice, 
porque ella es la distancia 
que mide de parte a parte un mundo 
de habitaciones. 

Nadie estará detrás.




 Nená de la Torriente

jueves, 27 de junio de 2013

-Hipo de la ‘Jartura’

en jueves,  que pudo ser en viernes-



En este país amputado,  cercenado, 
hurtado,  atracado,  expoliado,  por 
los que debían habernos protegido 
-hoy sabemos que han sido unos 
auténticos sinvergüenzas-, 
nos nacen los neo liberales, los progres,  tolerantes, 
como verdaderos fanáticos,  intransigentes y obcecados. 
Y es que no saben que de tanto mirar 
su objetivo y valorar su opinión como 
única evidente y certera, 
se termina en la impostura y en el rechazo: 

“Detesto a los que van a misa, 
llevan ropa de tal manera,  o 
gustan de colocar banderas en fechas deportivas. 
O no aguanto a los pijos, 
a los que se peinan con raya en medio. 
Los que usan corbata, o cualquier otra memez de ese tipo”. 

Lo curioso en esta España de todos nosotros 
es que cuanto más liberal pareces 
más sectario te vuelves y en grupos cerrados 
te mueves bailando valses en círculos, 
y todo lo que promulgas,  a vista de pájaro 
curioso,  se desvanece. 



Nená de la Torriente
El milagro de tus manos no sale de un pozo,       
tampoco de un corazón generoso  que pía en 
busca de otras manos. 
Sí es cierto que parece el ala de  un gorrión 
incansable en continuo derroche,  pero no 
habita en una mente perfecta ni  en un estado de 
excelencia que la domine. 
Por ese motivo tus manos traen  siempre milagros, 
                como si de tierra yerma nacieran Siemprevivas 
                                                  y 
                                                      sus treinta especies. 




                                                Nená de la Torriente  
No sé llegarte 
como se acercan de burbuja a burbuja las olas, 
ni en silencio sutil al mimo los gatos. 
En este ir y venir de los años 
-porque vuelven más que caminan- 
he dejado huellas de dígitos en muros desconocidos 
y marcas de pies en los techos. 
Y cuando hablar no se podía,  he cantado, 
sin poder darme un motivo ni querer dármelo. 
¿De qué modo se acerca uno al otro lado del río 
si nunca se ha hecho preguntas y hoy aparecen 
como las aguas? 
Intento borrar el signo,  me doy la media vuelta, 
hago el pino,  pero nada funciona. 
Creo que siempre tuve una aleta y la he perdido. 
La mente ha querido partida y ha jugado sus cartas 
atrapándome en este extravío ciego y húmedo. 

Perdona si hoy aguardo tu baliza en esta niebla. 





Nená de la Torriente
No me des un lugar 
dame una risa. 

Despierta las margaritas de mi pelo, 
el tambor de mi pecho y los violines 
que roban la humedad de las noches  
sobre el prado del norte. 



No me des un lugar, 
dame una nota, 
un espacio en un pentagrama sin tierra, 
sin papel,  sin línea,  sin surco, 
un sonido suspendido que esté esperando 
tu sonido. 
Un ramillete de soles al amanecer. 




Nená de la Torriente

miércoles, 26 de junio de 2013









































Nená de la Torriente
Duerme la vagabunda 
su segunda inocencia, 
y se pregunta si tal vez 
no extravió la primera 
y si lo de ser vagabunda no 
fue decisión sino su condición 
natural. 
Con agrado ve monte 
donde en realidad hay autopista, 
confundiendo el ruidoso tráfico 
de la M-40 con la cascada de agua 
que caía en las viejas grutas. 
Deduce que no tiene que arreglar su mente 
porque tiene dos visiones y no una, 
y porque no hay suerte de norma que le dicte 
cómo ser ni cómo mirar. 




Nená de la Torriente
Bebo de ti como lo haré mañana 
porque he descubierto el manantial 
de las aguas sin tiempo. 
Nadie va a quitarme tu nombre de la boca, 
ni un segundo concreto en la  memoria, 
aunque esté quebrándose y quedándose 
en escombros. 



He tomado lo que es mío sin serlo, 
siéndolo mucho antes de que me lo quitaran. 
Y es que el mundo no entiende que los 
caminos se invierten porque el paso no los domina, 
ellos estaban mucho antes 
que aquel que quiso andarlos o desandarlos. 





Nená de la Torriente

lunes, 24 de junio de 2013

Si alguna vez me encuentras dormida  
no me despiertes. 
Quédate si quieres o sigue tu camino 
pero no me despiertes. 
Cuando hablo entre sueños se me escapa 
lo acerado,  lo más sostenido,  lo más hondo; 
lo que no ha querido despegarse 
y yo necesito barrerme de lo no dicho, 
para alcorzar mi cobijo y amanecer nueva. 




Nená de la Torriente

No soñamos para perder el miedo 
a lo real,  soñamos para comprenderlo. 
Unos sueñan sólo con ronquidos,  de sol
a sol,  sin hacer preguntas ni pausas. 





Otros sin embargo,  quieren precipitarse 
como la lluvia y entender qué es la lluvia, 
no como conocimiento en sí,  sino desde ella misma. 
Yo sueño que sueño conmigo,  para lograr sacarme de mí 
y tal vez algún día tenga éxito. 





Nená de la Torriente

domingo, 23 de junio de 2013

Silba entre las hojas canosas de junio, 
merodéame un poco más cerca. 
Sabes que nunca llegas a rozar mi puerta 
ni colocando tu mano encima, 
una física que nunca entenderías  ni 
sabría cómo hacer que la entendieras. 
Pero sílbame entre las hojas canosas 
de junio,  así como sólo tú resuenas, 
haciendo algodones con nubes malvas 
y formas de manzana
con jirones de paja seca. 
Acércate a mí aunque no me tengas, 
llégame como los silencios llegan, 
como nacen las ganas de los besos 
aun cuando no se tiene boca. 





Nená de la Torriente

¿Jugamos un poco? 

MI PRIMER CORTO


Acompañarme en esta aventura, si os apetece. 
Hice un curso de Guión cinematográfico
y he probado la otra cara de la moneda: el rodaje.

Por supuesto no tengo ni idea, y los que  han jugado conmigo jamás habían hecho un corto
ni habían actuado.

Éste es nuestro primer corto.

Si queréis verlo éste es el enlace en Youtube 



              o podéis  buscarlo poniendo:
              The Magic Cards Nená de la Torriente
             


sábado, 22 de junio de 2013

-Hipo a la deshumanización- 


Hay hipos que se esconden debajo de la lengua, 
hartos de hiparse a solas 
o afónicos de hiparse con mutilados aullidos. 
Creo que más que el propio  dolor, 
las pérdidas,  el desamor, 
lo que escuece con escrupuloso calvario 
es todo lo injusto. 
Encubrir una iniquidad envenena, 
es lo más tóxico que existe. 
Deshumaniza y transforma al hombre en monstruo, 
le viste de roca de cal viva 
y le separa del resto. 
No sólo hay que volver a hacer pan con las manos 
y aprender que la leche sale  de la vaca, 
se nos olvida lo más palmario:
Recuperarnos,  recuperar al hombre, 
al ser humano. 
Apartarlo de ese tipo en que le hemos convertido. 
Despegado,  oportunista,  desleal y a menudo 
ruin y despreciable. 




Nená de la Torriente
Lento. 
Así todas las liviandades, 
todas las trascendencias. 
No me precipites el pulso 
ni la lengua,  la palabra a 
su cuidado,  con su prisa, 
como los hijos corretean 
sin miedo a las rodillas sucias. 




Yo te besaré cuando quiera 
y no sentirás el atropello. 
Será tan lento 
como pasan las nubes con olor a tarde 
después de una carrera, 
cuando todos se han ido ya al baile 
y aún queda el olor 
de todos los cuerpos. 




Nená de la Torriente

viernes, 21 de junio de 2013

Me gusta como miras el filo del vértigo. 
Cómo eres capaz de salir de la escena 
para volver a entrar aún más ajeno de todo, 
recién nacido, 
invidente de las cosas superfluas y 
con un corazón que late. 
Yo apenas puedo sostener un lápiz en la 
punta del dedo sin derramar una lágrima, 
y a veces olvido mi nombre
y lo que hago en este ruedo, 
con la naturalidad como la mosca se posa en el mantel 
sin sentir la amenaza del malhumorado. 
Los fonemas se arraciman como migas de pan sobre la mesa 
y no sé si con mis manos y un poco de agua 
hacer figuras o componer poemas, 
porque no me importa lo que cimente 
sino seguir afanándome,  para que no me venza 
el desgobierno y la íntima inclemencia. 
Ya sé que esa forma de entender el mundo
tú no la contienes,  porque a intervalos 
voy dando saltos como una rana que oyó hablar 
de estanques y no los encuentra, 
y lo peor de todo es que también escuchó
la palabra príncipe, 
y comprende que es una absoluta falacia. 




Nená de la Torriente

He dibujado despacito las vértebras 
de lo que debió de ser tu esqueleto 
de humano,  ahora que vuelas sobre las copas 
de los verdes y los pajizos, 
y de las altas cimas de los montes. 




He posado mis plantas en las huellas de 
tus pisadas,  en un juego imposible del tejo, 
y me he sentido ridícula. 
Cuando se pretende hacer real lo imaginado 
se fantasea doblemente 
buscando el tercer personaje: 
El nexo. 
Me aventuro a pensar que cualquiera 
puede ser un magnífico dignatario 
de fábulas y delirios 
desde los necesitados ojos de otro. 




Nená de la Torriente