Da
lo mismo que el día sea gris
si
tú estás contigo.
El
sol no va a bajar a saludarte
ni
subirás a tomar calor de sus
cabellos
flamígeros.
Estar
solo es sólo eso,
vestirse
de domingo todos los días,
tragarse
un trozo de corazón
y
no esperar que nadie escuche tu grito
porque
hacerlo sería creer en el viejo Noel.
Pero alejarse de la humanidad del otro
es
lo más absurdo y terrible que tu soledad
puede
hacerte.
La
revelación que sé segura es que nos necesitamos,
solos
o acompañados, somos parte de lo mismo,
de
una naturaleza común, de una palabra que necesita
completarse
porque si no es así, le faltarían letras.
Nená de la Torriente