lunes, 3 de junio de 2013


Pocas cuerdas vocales 
para tantos gritos. 
Pocos ojos entre muchos ojos 
para tantas lágrimas, 
con infinita gravedad. 
Muchos seres humanos 
para tan poco amor y tanta 
escasez de ternura. 
¿Dime por qué,  mi amor? 
Se abren demasiadas ventanas 
por donde arrojarse, 
Se cierran demasiadas puertas 
cuando llevas el sol. 
¿Por qué la parte de monte 
que se escala no tiene cintura, 
si hay otra que tiene 
hasta pechos frágiles, 
con edén de fruta fresca
y calmada pausa? 
Las manos se alejan como emigran 
las golondrinas. 
Las voces prometen mentiras 
sólo por complacer. 
Nadie se detiene a mirarse 
en el otro 
más tiempo que el que 
se gasta en un cigarrillo
¿Dime por qué,  mi amor? 




Nená de la Torriente