jueves, 6 de junio de 2013


Llega la ola, 
la gran ola y no estamos preparados. 
Nunca hemos estado preparados. 
Hemos llegado a este mundo entre contracciones. 
Nos han tenido que dar un cachete para llorar 
y liberar nuestros pulmones.
Nos han alimentado y enseñado a hablar. 
Si no nos sujetaban nos caíamos. 
Hemos dado nuestro primer beso torpemente. 



Dijimos un te quiero cuando ya era tarde o 
tal vez demasiado pronto. 
Nos hemos precipitado y nos solemos precipitar 
muy a menudo. 
Nos gusta gastar como si lleváramos el yelmo 
que no hacía más alto a Don Quijote.
Amamos el riesgo porque nos sentimos oprimidos, 
pero somos unos cobardes porque es cómodo 
ir en fila de a uno y tener rancho a primeros de mes. 
Decimos que estamos solos pero no queremos
que se nos acerquen demasiado.
Estamos llenos de prejuicios y contradicciones, 
pero nos alzamos en salvadores de las igualdades para todos. 

Qué más da que llegue la gran ola 
y que no estemos preparados. 
Quizá ella nos lave de tanta insensatez. 





Nená de la Torriente