Llega
la ola,
la
gran ola y no estamos preparados.
Nunca
hemos estado preparados.
Hemos
llegado a este mundo entre contracciones.
Nos
han tenido que dar un cachete para llorar
y
liberar nuestros pulmones.
Nos
han alimentado y enseñado a hablar.
Si
no nos sujetaban nos caíamos.
Hemos
dado nuestro primer beso torpemente.
Dijimos
un te quiero cuando ya era tarde o
tal vez demasiado
pronto.
Nos
hemos precipitado y nos solemos precipitar
muy a
menudo.
Nos
gusta gastar como si lleváramos el yelmo
que no hacía más alto a Don Quijote.
Amamos
el riesgo porque nos sentimos oprimidos,
pero
somos unos cobardes porque es cómodo
ir
en fila de a uno y tener rancho a primeros de mes.
Decimos
que estamos solos pero no queremos
que se nos acerquen demasiado.
Estamos
llenos de prejuicios y contradicciones,
pero
nos alzamos en salvadores de las igualdades para todos.
Qué
más da que llegue la gran ola
y que no estemos preparados.
Quizá
ella nos lave de tanta insensatez.
Nená de la Torriente