sábado, 8 de junio de 2013

Lamento creer ciegamente en la vida, 
en todos sus posibles imprevistos, 
en su loco azar venturoso o infortunado, 
y no creer en ti. 




Y no es que no te crea como vida que eres, 
igual de maravillosamente imprevisible, 
es precisamente de ti lo que creo, 
y eso me imposibilita 
para creer en tus palabras de amor ETERNO.
No dudo que quieras creerlo 
como yo quisiera creerlo, 
pero es como mirar al mar y esperar 
que las olas se detengan,  y dejarlo estar 
en una visión egoísta. 
La vida tiene que fluir con o sin nosotros 
y las palabras la mayoría de las veces 
se convierten sólo en deseos. 
Por eso no espero,  nunca espero, 
y no es porque mi naturaleza sea generosa 
es porque hace tiempo que comprendo 
muy bien esta realidad. 

No guardéis el amor para mañana, 
quizá sea demasiado tarde. 




Nená de la Torriente