De
todo esto:
El hilván
de tus manos.
El
tapiz
de tu pecho
sin desvestir
todavía.
La
tela de araña
de tu sonrisa grave.
La
palidez
de tu párpado
mandando
señales
en Morse,
y
los labios serenos
de habla pausada
que
me han robado
el corazón,
haciendo
acopio
de cariños,
para
cuando
llegue el invierno
con
sus heladas.
Nená de la Torriente