Las
prisas de la boca y
la
cobardía del corazón,
van
a pasos de baile
dispares
en
salas opuestas.
La
mente, con su linternita,
intenta
situar convenientemente
-como
buena acomodadora-
pasos
y estilos de baile
en salas al uso,
pero
a veces se equivoca.
Tanto
movimiento absurdo,
dislocado, abreviado
o
excesivamente rápido,
hace
de la arruga un surco yermo
y
del corazón un lugar deshabitado.
Escucha
el silencio del latido
y
acércate sin miedo
al tacto del otro,
verás como las
palabras
casi siempre sobran.