De
tantos modos como apareces,
la
cicatriz, la cana, el roce,
el
suspiro que deforma el pecho,
me
sigue sorprendiendo lo fugaz
de
tu estela,
y
lo dilatado de tus ausencias.
Sea así como fuese, tu asombro
estremece
desde el ciego al baldado,
haciéndoles
olvidar el suelo que pisan
y
el desperfecto que les uniforma.
Si
no fuera por ti,
la
vida sería un montón de pecados,
aburridos
y huérfanos de nombre,
un
hoyo de humedades
donde
cría el hombre sus helmintos
y
lombrices.
Sí, el amor es pasión,
fuego
que funde los paraísos pronunciables,
cuerda
sobre ningún otro amarre.
La
locura de perder el norte,
el
sur, el este y el oeste,
la
rosa de los vientos.
Nená de la Torriente