Detén
el minutero que se resiste,
a
los segundos ya los he sobornado
con
una caja de galletas.
Todo
es tan sencillo como cerrar las espitas
de
los barriles o abrirlas y vaciarlos enteros.
Yo
ya escucho a la mañana cantar
no
sé a qué estás esperando.
Por
ahí se sale a la calle, no hay limoneros
pero
hasta aquí llega el olor a limón.
Haz
del mundo el lugar qué quieras
y
vívelo, que no te vivan los días como
hojitas
de calendario,
enseña lo razudo de tu sangre,
tu
víscera más hambrienta
y
sal a escuchar la mañana
como
yo ya la estoy escuchando.
Nená de la Torriente