No
es maldad, ni crueldad,
ni
siquiera exceso.
Es
mi deber decirte que eres tonto.
Otro, tal vez consideró, que hacerlo
era
darte un mal innecesario,
y
te dejó campar con los demás
diciendo
tonterías
que
han ido creciendo.
No
es que te falte cultura,
ni
educación,
ni
falta de conocimientos,
es
que eres tonto.
Y
por más que sumes dos y dos
e
intentes hacer esquemas,
no
alcanzas a hacer lecturas,
porque
eres tonto.
Y
nadie niega tu bondad, tu buena fe,
tus
muchas ganas y tu empeño,
pero
no, no eres capaz de cavilar
porque
eres tonto.
Y
hasta el rostro te delata,
que
cuando alguien
en
su ordinaria sensatez
enuncia
una frase lógica,
a
ti se te descuelga el labio inferior
con
vulgar naturalidad,
porque
eres tonto.
Nená de la Torriente