sábado, 1 de junio de 2013

-TEMPUS-

Primero tú siempre. 
Para todo tú. 
Sea la palabra,  la intención de hacer, 
el exceso,  el objeto,  la mirada. 
El runruneo vacío,  pero tuyo. 

“¡Atiéndeme! 
¿En qué te ocupas 
que no es en mí? 
Mi pié está en el peldaño de arriba 
¿viste? 
Luego hablarás,  pensarás    
o harás cualquier simpleza 
que tengas en mente. 
Pero ahora tu tiempo 
es para mí y mío.” 

Después llegarán los otoños naranjas 
y el yo será una marca dulce 
en los manteles, 
como el dulce de membrillo, 
la entrega grata de azúcar que pusiste 
en la manzana. 

Entonces ni a amigas,  ni a amigos, 
ni a amantes,  ni a maridos,  ni a hermanos 
entregues tu tiempo como suyo. 
Tu amor,  todo, 
si así lo has decidido, 
pero el tiempo de uno 
es siempre sagrado. 




Nená de la Torriente