jueves, 20 de junio de 2013

La luna y el sol me confunden, 
quizá es porque me he quedado sin temperatura. 
¿Frío cuando poso la mano en el fuego? 
Al menos queda el pretexto de la sorpresa, 
el modo inconcreto de burlar al sueño. 
Ya no contamos con los dedos porque nos avergüenza 
y lo hacemos escondiendo las manos.  
Preferimos que nos roben el tacto a descubrirnos 
acémilas,  cuando no sentimentales o emotivos. 
¿Es ésta la reserva natural de nuestra especie? 
Yo sólo quiero que me des la mano y que me 
dejes apoyar la cabeza en tu regazo. 





Nená de la Torriente