martes, 11 de junio de 2013

No dejes de hablarme, 
no detengas esa voz familiar 
y calinosa que envuelve mi aire 
y lo hace asombroso. 
No dejes de verme hermosa, 
de hacer que mis ojos miren 
hacia dentro con sorpresa, 
como quien tiene un vestido 
de princesa, 
y puede perderlo 
de un momento a otro. 
No dejes de besarme, 
de rozarme con la maravilla 
porque tuya es la magia entera, 
la ilusión,  el zapato de cristal,  el reloj 
que nunca suena. 
Son tus ojos y tus palabras,  tus besos 
de infinita ternura, 
el aliento cálido y el amor que sella; 
son ellos los que me permiten soñarme 
siempre que escribo 
y que no lo hago, 
en el reino de las cosas espléndidas. 




Nená de la Torriente