sábado, 1 de junio de 2013

El duende 
no mira el río al cruzar el puente, 
ni el terruño al volar de cima a 
copa, 
ni la línea recta y borrosa del 
horizonte 
cuando pasea silbando en el llano. 

Pero hay un elfo de las cosas 
que mira el puente,  el río y el cascabeleo 
del agua en cada gota perdida 
en su carrera. 



Y en su vuelo de copa a cima, 
no hay flor,  ni grana,  ni bicho que en el suelo 
no divise,  como tesoro sorprendido. 
Y hasta a la línea del horizonte 
clasifica por capas 
poniéndoles nombres, 
cuando pasea nombrándolas por el llano. 




Nená de la Torriente