martes, 9 de noviembre de 2021

 


Tú, humanamente. 
Si esta noche apareciese la luna 
te quejarías, tal vez, 
por no ver la oscuridad de la noche,  
tan íntima, tan cercana. 
Te enojarías  
si un sol rabioso 
charolara tu pelo y cegase tus ojos, 
tal vez,  
por no sentir la lluvia 
y su nube aterradora,  
en algún reflejo de la ventana. 
Si amaneciese pronto 
el olor de tu piel desearía más sábanas, 
un minuto o dos para burlar la aurora, 
tal vez, 
tres o cuatro para ser feliz; 
si lo hiciese lento 
te dolería el hurto del tiempo, tu tiempo, 
canallamente. 
Si llegase el amor una mañana 
anhelarías tu soledad, 
tan alejada de pieles 
y ese silencio gris, 
tal vez, 
que ya invade tus huesos; 
pero si no llegase nunca, 
ay el amor, palabra terrible, 
abrirías un litigio al Todopoderoso, 
enconado siempre, 
por haber descuidado 
su magnánima paternidad. 


       Nená de la Torriente

 

miércoles, 28 de abril de 2021

 

Déjame ser tu asfixia ineludible 
     
 
             Cree en ti como yo te creo, 
y que ni un kilo ni una dioptría 
más que otra 
te distraigan de saberte en mí. 
Ahóndame con tus manos 
como siembra el fuego la ceniza, 
como el mar conquista y fallece 
en la arena bahía. 
Déjame regresar a mis galernas  
eternamente, 
y eternamente ausentarme 
para ser contigo en el nudo 
más osado e imprudente, 
tan aéreo como las ramas de este árbol 
amarrado a tierra. 
Anégame con tus verbos,  
con tus besos, 
y hazte un hueco 
entre mis aquietadas pecas, 
en mi alma, en mi cama 
y en esta boca tibia 
que ríe en lluvias,  
y sabe llorar en gaviotas. 

             

Nená de la Torriente


lunes, 1 de febrero de 2021


No me molesten ahora que soy feliz   

que no venga nadie a nombrar tu ladrido, 

porque hoy vadeo mares  

y soy capaz de volar 

como raro delfín buscando azules.  

Al irme ya no tengo a quien enojar, 

ya no tengo quien me duela.   

No hubo derrota amor, no hubo. 

Una bala más es el olvido,

otra la mala memoria.    

Te miro como si nadie, como si nada,  

corono los huesos de este perro 

que sigue llevando tu nombre 

y me atrevo a asaltar su mirada 

invadida por el hambre.  

No hubo derrota amor, no hubo.  

Ya no brilla el dolor en jaulas tibias, 

no hay perdones ni aleluyas, 

se me fueron los incendios

uno a uno 

por la boca,   

pero no hubo derrota amor, no hubo. 


Nená de la Torriente