que
en su furia dormida
alojó
al caracol.
Me
toca burlar a los vientos
que
vierten palabras
que
tuvieron sentido,
partituras
al aire
con notas desfallecidas.
Hoy
renuevo la voz
aislando la garganta
porque
no sólo somos cuerpos
apresando
almas,
sino
habilísimos celebrantes.
Hoy
bebo lluvia y me siento charco
con
la inmensidad que quiero,
pues mi oquedad alberga
mil estanques
donde
colocar afonías
y largas pausas,
cantos
que se irán al fondo
sin ninguna música,
donde
no puedan
causarme mal.
Nená de la Torriente