He
llegado demasiado cansada
a
esta casa a oscuras.
Sus
habitantes no comprenden
que
la ternura no da billete más
que
a la ternura, y
no
pretende burlar a la luna
con
todas sus noches.
Yo
no pido vivir bajo la palabra,
ella
me cobija,
sabrá
con qué motivo,
aunque
le asalto en cada letra
porque
mi corazón aún late,
y
reniega de ser una piedra dormida
en
cualquier tundra.
No
llegué hasta aquí para vender ceremonias,
ni
para convencer con el abrazo
al
que sólo llora,
vine
para sobrevolar un espacio sin rubores
donde
habitan de la mano
sueños
y realidades.
He
llegado hasta aquí sin sostener esquinas,
volcando
anaqueles de un presente
que
prometió celebrarse,
pero
yo le he visto hacerse futuro,
poco a poco,
y
asumo el poder que pueda ejercer
sobre
los huracanes.
Nená de la Torriente