En
este paraguas caben
los
que aún creen en la magia.
El
embrujo de emerger en un mar
de
espumas, burbuja inocente,
cuando
el cielo descarga su tormenta.
No
conduce ni encauza un único
pensamiento,
ascienden
con ángulos traviesos
aquellas
ganas de vivir despreocupadas,
donde
un pedazo de pan duro
es
un barco que devorarán los peces,
o
los cuatro brazos cruzados
formarán el trono más real que existe.
Si la fascinación desaparece,
se acaban los juegos,
enmudecen las risas
o se desgajan las ganas de seguir haciendo
barcos de papel y
castillos con esas tormentas
de lo contrariado.
Y así,
quién va a poder andar sobre
las olas,
y quién sabrá cubrirse de las tempestades
sin no parecer un ruinoso
condenado a hundirse bajo las aguas.
Nená de la Torriente