jueves, 15 de mayo de 2014

-Inseguridad mundial-

Hundió su mano en el mundo 
atravesando cosechas, 
hundiendo arena blanca, corales, 
fosas marinas, 
aquellas rocas de tanta fiereza 
y su corazón de fuego. 
Le amparó la noche,  
y el inmenso letargo de los que 
no quieren ver. 
Cuando la mano se alejó 
algo había cambiado, 
la humanidad sintió 
que era vulnerable, 
porque al anochecer alguien 
había entrado en su casa. 





Nená de la Torriente