(…)
Suelo
hacerme a la idea
de que
el verde crece en todas partes,
y
que el mar con todas sus olas
viene
sonando cada mañana
entre
el sonido de tantos zapatos.
Al
pensarlo así no dejo de sonreír.
Veo
el prado en la arena,
en
el asfalto, y
escucho
el oleaje
en
los pasillos del metro
y
en las grandes avenidas.
Otros
toman el té
en
sus tacitas nacaradas,
algunos
mate, y los hay
que
una copa de brandy
a
esa hora tonta de la tarde
en que
todo parece suspendido.
Luego
dicen que el ser humano
vive
en una enorme bolera
siempre expuesto a ser derribado.
Tonterías.
No
sabe el mundo con quien
se
la juega…
Nená de la Torriente