viernes, 16 de mayo de 2014

Cuando no me quedan ganas...

Cuando no me quedan ganas 
de atrapar la mariposa 
en este mundo de demonios, 
no me enfado. 



Dejo caer las manos encima 
del regazo pidiendo árnica, 
tal vez espere en el fondo 
una voz ligeramente tierna, 
un roce de aire frío, 
o ese enorme suspiro 
que me abra el pecho 
como una enorme sandía. 



No pretendo ser dueña de todo 
lo que me sucede, 
ni entenderme hasta el punto y coma.



Tampoco ato a la fiera que llevo 
entre las rayas de mi vestido, 
ni me hago mapas para cada mañana. 



Fluyo como las gotas de una lluvia 
que cae cuando le viene en peso, 
unas veces mansa, 
otras veces más violenta. 



No sé escapar de la seca por 
no tener verdes, 
sé esperar como quien no aguarda, 
porque los días son como los dedos 
que acarician las hojas,



de tan intensos se confunden 
con aquellas pardas, 
y ellas no entienden eso
de arrojarse en brazos de las horas. 





Nená de la Torriente