domingo, 11 de mayo de 2014

MÍNIMAS

Somos extraños vagones los unos y los otros, 
no por vernos pasar 
nos conocimos,  y si dijimos 
adiós al cruzarnos en las horas, 
fue sólo en eso 
en lo que nos tuvimos. 
De tan breve ese recorrido, 
que para el mínimo roce 
en que nos arroga, 
¡por Dios,  que no nos llegue 
desastroso! 
Que ya una rueda nos remienda, 
y otra más certera 
nos remata. 
       ______

¡Véndame los ojos, 
ve y véndame los ojos! 
Si no lo haces 
advertiré el sueño 
que sostienes en los tuyos, 
que aunque mi boca sepa 
ser una cripta, 
mis ojos no saben 
ser clandestinos. 
         ______

Seco bajo húmedo
-son las gotas inquietas-,
el aguacero no siempre nos avisa.
Puedes recorrer con los dedos
la densidad del cielo,
plúmbeo de calma, 
¡y para nada es así!
          ______

Él se dice seráfico, 
nada envidioso, 
ella no se maquilla 
porque la belleza no se adereza, 
y entre tanta modestia 
y tanto nudismo 
hay un espejo al ególatra 
que suele maltratar al que es distinto. 
           ______

Uno anda dando pasos fortuitos 
en tierra de ninguno, 
pero siempre habrá alguien 
que dirá que esa tierra es suya, 
y de tanto desoír ese extraño lenguaje 
se termina desatendiendo a la exactitud. 
           ______
  
Somos libros rotos, 
algunos llevan cubiertas falsas, 
a otros les han mordido capítulos enteros. 
Prometemos no revelar el final 
pero invitamos con sugerente ademán 
a que construya el otro el que prefiera. 

(Si es que eso no nos deja en evidente 
inferioridad) 




Nená de la Torriente